Advertencia: el impensado factor que causa 300.000 muertes por año de personas que llegan a centros médicos en la región
Miles de pacientes ingresan cada día a los hospitales o clínicas de la región por una consulta ambulatoria, una cirugía u otro procedimiento: 300.000 fallecen por complicaciones asociadas con f...
Miles de pacientes ingresan cada día a los hospitales o clínicas de la región por una consulta ambulatoria, una cirugía u otro procedimiento: 300.000 fallecen por complicaciones asociadas con fallas en la seguridad y la calidad de la atención en las instituciones por año, según advirtió un representante del Banco Mundial (BM) ante un auditorio con directivos que a diario gestionan esos centros sanitarios.
“Hemos visto un esfuerzo muy grande para mejorar el acceso a los servicios de salud, pero el acceso sin calidad no sirve y aumenta la desconfianza. Los datos con los que contamos indican que 5 millones de personas en el mundo mueren todos los años por mala calidad e inseguridad de las prestaciones. En América Latina, son 300.000 esas muertes evitables”, dijo Jeremy Veillard, especialista líder en salud para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.
Fue en diálogo con LA NACION, luego de su presentación en una jornada especial del 10° Foro Latinoamericano de Calidad y Seguridad en Salud, que arranca formalmente hoy en el campus de la Universidad Austral. Está organizado por el Hospital Universitario Austral, junto con el Hospital Israelita Albert Einstein de Brasil y el Institute for Healthcare Improvement (IHI, por su sigla en inglés) de Estados Unidos.
Veillard enfatizó en que los números que acababa de presentar describen la magnitud de un problema que se traduce en pérdidas económicas que superan miles de millones de dólares para los sistemas de salud y de productividad, ingresos y bienestar para las personas.
“En el mundo, el costo de no hacer nada es de alrededor de US$1,4 trillones”, reiteró, como lo había hecho durante su exposición. “El tamaño del problema es bastante claro y las razones también lo son. Tenemos sistemas de salud bastante fragmentados –agregó, ya en referencia no solo a la región en general, sino a la Argentina– y dificultades para impulsar políticas que tengan un impacto en la primera línea de atención. A la vez, hay ejemplos muy buenos de mejora de la calidad con alto impacto por resultados”.
Citó, junto a Vanina Camporeale, especialista senior en salud del BM, la implementación de un programa público-privado de reducción de la mortalidad materna en Cali, Colombia, que luego se tradujo en una política pública nacional en ese país y el programa en red de cardiopatías congénitas en la Argentina que resolvió la falta de acceso pediátrico a esas intervenciones desde hace casi dos décadas. Ambos contaron con asistencia financiera por resultados y técnica del organismo multilateral. “Esos buenos resultados con cardiopatías congénitas en el país queremos, ahora, impulsarlos en oncopediatría”, anticipó Camporeale a propósito de una de las preguntas del auditorio.
Pero, ¿qué se entiende por calidad y seguridad en la atención? ¿Cuál es el estándar mínimo que no puede faltar en los centros de salud, sean del sistema público o privado en tiempos en los que el sector debate sobre la implementación de inteligencia artificial (IA)? Minutos antes, en distintas exposiciones en el auditorio de la Universidad Austral se coincidió en que aún sigue siendo “bajo” el uso de datos para mejorar la calidad en salud. De hecho, los representantes del Banco Mundial indicaron que están impulsando inversiones en la Argentina, Chile, México y Colombia orientadas a aumentar la capacidad digital de sus sistemas sanitarios.
“Los estándares se están definiendo cada vez con más exigencias”, respondió Veillard. “Hay países que están empujando los criterios mínimos que se deben cumplir para lograr la autorización que un centro necesita para brindar atención a la población”, indicó. Esos estándares incluyen, por ejemplo, el control de infecciones y que los espacios sean seguros para los pacientes o procedimientos reglados para reducir el riesgo de errores en la atención.
Pero esto, a la vez, está mostrando dos realidades en los países de la región, según mencionó, con una gran variabilidad en el medio: por un lado, los centros públicos o privados por igual, con inversión y cultura orientada a la calidad; por el otro, aquellos con baja inversión y poco o nada de personal que se ocupa de las políticas de calidad y seguridad institucionales.
En este contexto, y “como mínimo” en estos momentos, Veillard consideró que hospitales, clínicas y centros comunitarios deberían “mejorar el nivel de cumplimiento con estándares que representan el estado del conocimiento científico sobre lo que se debe hacer para lograr buenos resultados en la atención”.
Pero, según aclaró, eso “no es suficiente”, ya que también dijo que importan los resultados. “Es necesario construir sistemas de calidad con un conjunto de intervenciones para llegar al resultado. Esto comienza en la formación de los médicos y los enfermeros. Necesitamos capacitar al personal en mejorar la calidad y la seguridad durante la atención y aplicar herramientas digitales en el proceso de atención, diagnóstico y tratamiento”, resumió en diálogo con LA NACION.
En síntesis, insistió en que se trata de “retirar los obstáculos para poder prestar servicios de calidad” en los países. Eso incluye aumentar la transparencia en los datos. “Si tenemos un paradigma de invertir en la oferta y no en la demanda, va a ser muy difícil cambiar el sistema. Pero si empoderamos a la población con sus datos y unas pocas sugerencias muy prácticas de cómo encontrar el mejor servicio de atención para cada uno, sus hijos o sus padres, los resultados serán mejores”, expresó.