Atraso cambiario: el debate que ni Milei ni Cristina quieren dar
Si los propios hacen algún comentario considerado inadecuado se los “ejecuta”; si son los extraños los que lo hacen, se los ataca. La última víctima de la lógica libertaria fue el Centro d...
Si los propios hacen algún comentario considerado inadecuado se los “ejecuta”; si son los extraños los que lo hacen, se los ataca. La última víctima de la lógica libertaria fue el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), sorpresivamente agredido por el periodista oficialista Alejandro Fantino quien, al borde del ridículo, acusó a un grupo de economistas de ese think tank, Roberto Frenkel, José María Fanelli, Martín Rapetti y Sebastián Katz, de promover una devaluación por conveniencia, ya que supuestamente facturan sus servicios en dólares y una depreciación brusca del peso los beneficiaría.
Los economistas que se comunicaron con los colegas apuntados se encontraron entonces con la interpretación de los hechos que circula en ese centro de estudios, que hoy contestó formalmente el ataque, al que le sucedieron otros en las redes sociales, mediante un comunicado en el que denunció una campaña de difamación.
Fue un posteo en X de Martín Rapetti, director de la consultora Equilibra e investigador del Cedes, el que habría despertado la ira presidencial y llevado a un nuevo nivel, involuntariamente, el contrapunto sobre si hay atraso cambiario en la Argentina.
En un hilo en la red social de Elon Musk, Rapetti volvió a referirse a un extenso informe que publicó hace unos años en el que, junto a otros colegas, analizó la suerte de 46 planes de estabilización y las razones que los llevaron a perdurar en el tiempo o, por el contrario, que los hicieron caer prematuramente. A partir de este trabajo, concluyó que el plan económico del Gobierno se parece a un caso de éxito transitorio. “Con este nivel de TdC caminamos a un déficit de las cuentas externas; el BCRA tiene reservas negativas y para flotar sanamente se necesitan muchas reservas. Se requiere un TdC más alto”, argumentó sin anestesia.
Javier Milei había buscado ponerle punto final a un eventual debate a través de una columna de opinión publicada el pasado fin de semana en LA NACION, titulada “El disco rayado de los economistas”. Horas más tarde, embistió contra Domingo Cavallo por sus observaciones sobre la política monetaria y cambiaria, y no dudó en llevar la retaliación desde el terreno profesional al personal con el despido de su hija como embajadora ante la OEA. Un misil al interior de una familia que en el pasado ya tuvo que atravesar momentos difíciles derivados del paso de Cavallo por la función pública.
Lo curioso es que, al igual que el exministro, son muchos los economistas que no tienen la intención de “torpedear” el plan de Caputo, sino de señalar incipientes distorsiones y riesgos que aún ven manejables si el Gobierno reacciona a tiempo. La llegada del año electoral parece haber reavivado advertencias que en realidad vienen de hace varios meses en lo referido a la política económica, por fuera de cualquier aprovechamiento político como el que intenta, por ejemplo, Cristina Kirchner.
La expresidenta usó la reacción de Milei para acusarlo de estar hecho “todo un político de la casta” porque “cuida votos a cualquier costo, aún el de planchar el dólar como Martínez de Hoz y Cavallo”, en referencia a la que sería la estrategia del Gobierno de cara a las próximas elecciones legislativas. La estabilidad cambiaria fue fundamental para que la inflación baje (hoy se conoció que en enero fue de 2,2%, la menor en 54 meses), uno de los principales éxitos que el Gobierno puede mostrar ante la sociedad. Es decir, cuando lo hago yo está bien, pero cuando lo hace el otro está mal, principio rector de la política argentina que hace que el Presidente y su principal antagonista no sean tan distintos en materia de falta de autocrítica o apertura al debate.
Entre los muchos economistas que vienen llamando la atención sobre la cuestión cambiaria se encuentra Jorge Vasconcelos, de la Fundación Mediterránea. Coincide con el discurso oficial en que nadie puede determinar exactamente cuál es el valor del dólar en la Argentina porque “no es una variable fija y depende de varios factores, como la balanza comercial y el ingreso de capitales”. Y, más difícil aún, determinarlo con cepo e intervención oficial en el mercado de cambios.
Pero sí considera que hay señales que permiten deducir que en el país hay un problema cambiario. Por ejemplo, recomienda mirar la evolución del saldo de la balanza comercial, que se está achicando. “En enero, las importaciones de origen brasileño aumentaron 57,9% respecto de enero de 2024 y si vas a septiembre de 2024 esa relación era cero; en 2025 el deterioro de la balanza comercial bilateral con Brasil puede ser de unos US$4000 millones y seguramente va a absorber todo el superávit que va a generar la balanza del comercio de hidrocarburos”, advierte Vasconcelos. Otra señal es que “la Argentina se ha puesto muy cara en dólares y en muy poco tiempo”, algo que quedó en evidencia este verano con la masiva salida de argentinos a los países limítrofes para pasar las vacaciones. Dice que, si bien esta tendencia es complicada, todavía es manejable, aunque señala que esto genera un problema de competitividad y productividad para la economía argentina.
Lo grafica el presidente de un grupo empresario que exporta productos provenientes de economías regionales. “No tengo idea si hay atraso cambiario o no, lo único que sé es que ahora tengo un montón de cosas que me salen más caras en dólares. Pago sueldos, me salen más caros en dólares; el combustible me sale más caro en dólares; el transporte también. Y cuando tengo que exportar un producto, en algunos rubros como la carne, ya no alcanza lo que podés cobrar”, describe.
“Hubo un cambio de precios relativos muy grande que de alguna manera se van a tener que ordenar. O bajando el costo de los fletes, o bajando impuestos o bajando las cargas sociales. Esto se tiene que acomodar de alguna manera, no digo que sea devaluando, porque eso nunca da resultado. No sé si el dólar está caro o barato, lo que sé es que no somos competitivos. ¿Si el valor del dólar es el correcto por qué no liberan el cepo?”, se pregunta, y pide no ser citado con nombre y apellido, una práctica cada vez más extendida y que sin duda irá en aumento, tanto dentro del Gobierno como en el sector privado, luego de esta semana de furia oficialista.
Hoy, en su cuenta de Instagram, Milei festejó el dato de inflación de enero y volvió a acordarse de sus colegas: “Somos el mejor gobierno de la historia mal que les pese a los econochantas y al conjunto de mandriles que quiere que a la Argentina le vaya mal”, desafió. La respuesta a la pregunta del empresario tendrá que esperar; el debate de ideas, también.