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Cometierra, la novela de la argentina Dolores Reyes, es reinventada en una serie efectiva, universal y algo impersonal

Cometierra (México/2025). Creador: Daniel Burman. Elenco: Lilith Curiel, Max Peña, Iván Martz, Yalitzia Aparicio, Harold Torres, Gerardo Taracena, Luis Curiel. Disponible en: Prime Video. Nuestr...

Cometierra (México/2025). Creador: Daniel Burman. Elenco: Lilith Curiel, Max Peña, Iván Martz, Yalitzia Aparicio, Harold Torres, Gerardo Taracena, Luis Curiel. Disponible en: Prime Video. Nuestra opinión: buena.

La literatura de terror ha sido un territorio de exploración de los miedos sociales, encontrando en la bisagra entre el siglo XIX y el XX un pasaje fructífero, donde el peso de la tradición realista de escritores como Dickens o Balzac dio paso al enrarecimiento de las voces de Henry James y Oscar Wilde, a los monstruos de Mary Shelley y Bram Stoker, al retorno de lo ancestral y lo reprimido como constancia de que la razón no había saldado sus deudas con lo atávico.

El final del siglo XX y el comienzo del XXI reactualizó aquellas exploraciones: ¿Cómo representar los miedos de siempre ante nuevos monstruos como la violencia de género, los femicidios y un horror que rasga cualquier equilibrio posible para una sociedad en vías de virtualidad e hiperconexión? La literatura de varias escritoras de este nuevo siglo, desde Samantha Schweblin hasta Mariana Enríquez, pasando por Selva Almada o Dolores Reyes, despegó de esa coyuntura para elaborar un retrato espeso e inquietante de un mundo de incertidumbres y opacidades.

Dolores Reyes convirtió a Cometierra en una novela ejemplar de una época, y su narrativa cruda, su lenguaje directo y la conexión del horror con su dimensión social le permitió interpelar a los lectores con inteligencia y en sus propios códigos. La historia es la de Aylín, una adolescente del conurbano bonaerense en edad escolar que puede vislumbrar el destino de las víctimas de violencia con solo comer la tierra que han pisado. Una especie de videncia sucia y terrenal, un arraigo a ese suelo manchado de sangre, una radical empatía con las mujeres aniquiladas por la violencia, un viaje a las profundidades del horror que yace bajo el suelo que pisamos. El éxito de Cometierra, no solo local sino internacional, encontró justamente en esa sensación de cercanía, de materialidad del universo construido, el registro de una experiencia concreta detrás de la escritura. El desafío de llevarla al streaming no solo consistía en encontrar la forma de capturar ese lenguaje, esos personajes, ese mundo, sino en expresar en el plano literal de las imágenes lo que estaba dado a la imaginación.

En la nueva serie de Prime Video, creada por el argentino Daniel Burman pero ambientada en la periferia de la ciudad de México, con actores de aquel país y la realidad de aquel territorio, el lenguaje se modifica, la gestación de los personajes se altera, la historia se adecúa a ese escenario y a esa cultura. Aylín (Lilith Curiel) es una adolescente huérfana, criada por su hermano mayor y habitante de una barriada en las afueras del DF. Junto a un grupo de amigos algo nerds, que integran Calaca (Iván Martz) y la recién llegada Vero (Max Peña), Aylín enfrenta el bullying escolar de los “populares” con un extraño acto de revelación: al ser obligada a comer tierra descubre una conexión sobrenatural con el derrotero de las víctimas. Sus sueños se convierten en la llave para descubrir el paradero de Emma (Yalitza Aparicio), una maestra desaparecida, pero también en una maldición que la empuja a plantearse la responsabilidad que implica el poder de sus visiones.

Más allá del cambio de ambiente y lenguaje que asoma en la adaptación, la tensión subyacente consiste en cómo dar espesura visual a esa alquimia entre los crímenes sexuales que padecen las mujeres y su expresión en clave de horror. Lo que hace la serie es recurrir a formas convencionales del terror, una especie de híbrido entre cierto realismo mágico que asomó en las recientes incursiones del streaming en clásicos del ‘boom latinoamericano’ como Pedro Páramo o Cien años de soledad, y la influencia del cine de David Lynch y del imaginario de Twin Peaks (basta ver cómo ser parecen las visiones de Aylín a la mítica Habitación Roja, sobre todo de la película Fuego camina conmigo). En ese gesto, el relato diluye aquello que hacía de la escritura de Reyes algo poderoso, pero adquiere en compensación un aire universal, que la une a una tradición que encuentra ecos de Carrie de De Palma y de todo el terror del trauma que pulula por las pantallas contemporáneas (desde Maligno, de James Wan, hasta Barbarian, de Zach Cregger).

Lo que desconcierta, en ese sentido, es la invasión de canciones que cortan el clima para generar distanciamiento, sobre todo porque asoman artistas conocidos como Natalia Lafourcade, Cazzu o Nicki Nicole, y diluyen el posible impacto de esa dimensión más visceral e inasible que transmite la escritura de Reyes. El ajuste de localismos, la estética uniforme propia del streaming, y la sujeción a coordenadas del policial (la figura de Aylín como una detective que sigue sus visiones como pesquisas) depuran esas texturas presentes en el texto original y dan lugar a un producto correcto, efectivo, pero algo impersonal. Burman y sus directores, Martín Hodara y Cris Gris, asimilan esa impronta mainstream para expandir el texto a otros terrenos que ofrece el audiovisual, comprendiendo que cada lenguaje -y con él sus formas de producción- impone límites y ventajas. Cometierra es así un poco síntesis, y otro poco reinvención.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/series-de-tv/cometierra-la-novela-de-la-argentina-dolores-reyes-es-reinventada-en-una-serie-efectiva-universal-y-nid04112025/

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