De Cenicienta a dueña del rating: Telefe y sus 64 años de historia en la televisión abierta
El canal que lideró las mediciones de audiencia de la TV abierta en la Argentina durante los últimos diez años y ...
El canal que lideró las mediciones de audiencia de la TV abierta en la Argentina durante los últimos diez años y acaba de venderse empezó hace casi 64 años sus transmisiones casi sin programación propia desde un pequeño estudio ubicado en el barrio porteño de San Cristóbal. Lo único que perduró de aquel hito fundacional fue el recuerdo de una calle y de un número: Pavón 2444.
A partir de ese momento, esa mención sirvió mejor que cualquier otra para identificar al viejo Canal 11 durante la mayor parte de su trayectoria. Es la misma emisora que en 1990 se convirtió en Telefe, nombre que sigue vigente hasta hoy como bandera e insignia de los canales de aire y está a punto de iniciar una nueva etapa.
En un medio como la TV abierta, en claro retroceso frente los avances y transformaciones que experimenta el mundo audiovisual, Telefe representa en el medio local la mayor exhibición de fuerza de lo que queda de su antiguo poderío. Por eso en este momento cuesta asociar al canal de aire de mayor alcance, repercusión e influencia de la actualidad con lo que ocurría el año de su fundación.
Cuando nació formalmente como LS84 TV el 21 de julio de 1961, Canal 11 era la Cenicienta de la televisión argentina. En ese arranque apenas contaba con cuatro cámaras (flamantes, eso sí, recientemente adquiridas a la General Electric) frente a las 12 que ya usaban los otros tres canales: 7, 9 y 13.
Cuenta Gregorio Santos Hernando en su canónico libro sobre la historia de los primeros años de nuestra pantalla chica (Los que hicieron 25 años de TV argentina, ¿protagonistas o ilusionistas?) que el emplazamiento inicial de Canal 11 era un viejísimo corralón que llevaba ocho años abandonado. Antes de transformarse en la cabecera de un flamante canal de televisión funcionó como depósito de alimentos, fábrica de soda y sede de la distribuidora cinematográfica Guaranteed Pictures.
Era una “casa grande con mucho terreno y un amplio corredor por donde salían los carros con mercadería”, recuerda el autor. Alguna vez el viejo Canal 7 llegó a usarlo para la grabación de programas especiales y hasta llegó a considerarse la idea de que la emisora decana de la televisión argentina se mudara definitivamente allí.
El programa inaugural de Canal 11, emitido casi sin anuncios previos, fue Fiesta en el Japón, un show musical y de variedades que coincidió con la visita a la Argentina de una conocida compañía de ballet de ese país. El primer éxito de la emisora fue Cuál es su duda, un programa cultural inimaginable para la televisión de nuestros días, en el que se planteaban grandes interrogantes existenciales a través del diálogo entre un periodista muy curioso (Raúl Urtizberea) y un religioso de elevada formación en cuestiones filosóficas y teológicas (el sacerdote jesuita Joaquín Aduriz). Desde posturas opuestas y apasionadas, los dos llevaron allí adelante conversaciones y debates de altísimo vuelo que abrieron la puerta de uno de los mejores ciclos de la TV argentina en los años siguientes: El abogado del diablo.
Otro sacerdote jesuita, Héctor Grandinetti, fue uno de los fundadores de Canal 11, también conocido por el nombre de la empresa adjudicataria de la explotación de esa frecuencia: Difusión Contemporánea S. A. (Dicon). Grandinetti, cuya presencia en la TV local se extendió por varios años, fue el primero en traer al país equipos de videotape, pero no pudo coronar con éxito en 1964 un primer impulso para lanzar la televisión en colores.
“El canal de las familias”Gracias a esa influencia y algunas versiones nunca confirmadas que aseguraban que la Compañía de Jesús llegó a tener el 25% de las acciones, era muy común por entonces hablar del 11 como “el canal de los curas”. Pedro Simoncini, un joven ejecutivo que más tarde ejercería una función clave en otra etapa de la emisora, se sumó al centenar de socios del grupo directivo original, integrado en buena medida por exalumnos y antiguos condiscípulos del Colegio del Salvador como Arturo Pentreath (el primer presidente del directorio), el fundador de Sucesos Argentinos, Arturo Angel Díaz, Carlos Pérez Companc, Juan José Rial, Eduardo Reyna, Jorge Heymann, el escritor Roberto Tálice, Martín Clutet (uno de los mejores directores integrales de nuestra TV), Luis María Perfilio y Martín Cobo. Dos figuras que alcanzarían gran reconocimiento en el medio, Darío Castel y Guillermo Meque, ocuparon la gerencia de Programación y la gerencia comercial, respectivamente.
“Contemplar en todos sus aspectos la confirmación social y espiritual de la teleplatea en la difusión de programas que no afecten aspectos esenciales de la moral y la cultura”, fue la primera declaración de principios de una emisora que arrancaba sus transmisiones presentándose como “el canal de las familias”.
La débil infraestructura que le impedía competir en igualdad de condiciones con los otros canales puso muy rápido al 11 frente a una disyuntiva de hierro: o conseguía un socio internacional de peso o se iba a ver obligado a cerrar. La poderosa cadena estadounidense ABC se interesó en el proyecto, pero estaba impedido de hacerlo por las leyes regulatorias vigentes.
La solución llegó a través de un acuerdo con ABC, mediante el cual se creó la productora Telerama. Desde allí se activaron las inversiones que necesitaba el 11 para obtener nuevos equipos y contratar a figuras de peso. El mayor logro en ese sentido llegó en 1968, cuando Telerama instaló la primera unidad de exteriores del canal, que en ese momento era la más grande en su tipo fuera de Estados Unidos. Pesaba 22 toneladas, tenía 10 ruedas, 2 equipos de videotape, generador de electricidad, aire acondicionado, cámaras fijas y portátiles, y hasta un dispositivo para emitir en colores. Casi todo ese equipamiento se trasladó al interior de la planta y se usó para mejorar las emisiones.
De a poco fueron apareciendo en pantalla programas de inmediata y amplia llegada al público: Operación Ja Ja, Telecataplum, Tato siempre en domingo (con Tato Bores), la telenovela Quinto Año Nacional y el excelente noticiero El Reporter Esso. Jorge Porcel tuvo su primer ciclo como figura central (Los sueños de Porcel) en 1964 y más tarde aparecería por primera vez en un canal argentino la imagen del Topo Gigio.
“¿Cómo compatibilizar las expectativas de hacer un canal fuerte, competitivo y exitoso con los principios morales y éticos impuestos por los jesuitas que manejaron el canal desde el vamos?”, se preguntaba Pablo Sirvén al analizar ese período crucial de la historia del Canal 11 en el libro Quién te ha visto y quién TV.
Para resolver ese dilema, el 11 armó una buena propuesta de material extranjero (los “enlatados” como se los llamó durante mucho tiempo) con el estreno local de grandes series clásicas: Ben Casey, Bonanza, El fugitivo, Combate, Hechizada, Los locos Addams, Flipper, Batman, Los invasores y El Súper Agente 86. También se vieron allí por primera vez en la Argentina los dibujos de Los Supersónicos, Los Picapiedras, El Pájaro Loco y Don Gato y su pandilla.
Todo ese menú se mezcló con una sobria programación nacional que además de los ciclos mencionados sumó en 1969 a Cosa juzgada, la creación de David Stivel considerada por muchos como la mejor propuesta de ficción de toda la historia de nuestra TV. Así, de a poco, el canal más joven fue dejando de ser el canal más débil.
Esa tendencia se consolidó en 1970 cuando el 11 (o Teleonce, como se lo identificaba en ese tiempo) quedó en manos de Héctor Ricardo García, el audaz creador del diario Crónica y la revista Así, que tenía la intención de extender a la TV abierta el éxito que estaba logrando en ese momento como propietario de Radio Colonia. Con su llegada, “el canal de las familias” pasó a ser “el canal de las noticias”.
García impuso muy rápidamente su estilo con un éxito de audiencia inmediato. A las coberturas periodísticas más importantes (realizadas con un gran despliegue) le agregó una programación que apostaba a las figuras más populares y a determinados focos: la información policial, los chismes de la farándula, los musicales, los programas ómnibus del fin de semana y algunas producciones especiales de alto impacto.
“En vivo y en directo”Las grandes transmisiones “en vivo y en directo” (otro eslogan impuesto por García) se hacían desde “el estudio mayor de América Latina”, levantado en el viejo predio de Pavón 2444, pero en este caso con acceso por la calle Matheu. Mientras tanto, la imagen del canal se replicaba en los medios gráficos dirigidos por García. Todos los días, la contratapa de Crónica incluía un espacio dedicado a promocionar lo mejor de la programación a través de su “mascota”, un simpático personaje conocido como Leoncio, con el aspecto típico del rey de la selva y una corona.
Fue en aquella etapa liderada por García cuando el 11 por primera vez adquirió el perfil de un canal muy competitivo y ambicioso que salía todo el tiempo y en todas las franjas horarias a la búsqueda del liderazgo de la audiencia. Fue, por ejemplo, la primera emisora en la historia de la televisión argentina que concretó una contratación por arriba de los 100 millones de pesos. García pagó esa cifra para que el cantante galés Tom Jones se presentara en la Argentina en abril de 1974 exclusivamente por Canal 11.
En 1974, cuando el gobierno de María Estela Martínez de Perón dispuso por decreto la intervención de los canales de TV privados, quedó al frente del 11 Jorge Conti, integrante del staff periodístico del canal y hombre de extrema confianza del entonces poderosísimo José López Rega, de quien además era yerno.
Ese vínculo le permitió a Conti, además de su tarea en el canal, desempeñarse como vocero de prensa del Ministerio de Bienestar Social durante la gestión de López Rega. Sin embargo, duró poco tiempo como interventor de Canal 11: fue reemplazado en diciembre por Reinaldo Omar Gómez.
La estatización completa de los canales dispuesta al año siguiente por el peronismo gobernante afectó al 11 como a ningún otro: deterioro financiero y edilicio, problemas laborales y una programación vaciada que tocó fondo durante la gestión artística de Jorge “Cacho” Fontana. Cuando todos los canales ya habían empezado a transmitir en color, el 11 se veía obligado a seguir al aire durante un buen tiempo en blanco y negro.
La última etapa del canal se inició a finales de 1989. Fue el fin de Teleonce y el comienzo de Telefe (Televisión Federal), el holding integrado por diez canales del interior (unidos alrededor de la figura del empresario bahiense Alejandro Massot), Editorial Atlántida, Sociedad Comercial Del Plata, el rector de la Universidad de Belgrano, Avelino Porto y Luis Zanón, dueño del Italpark y de la fábrica de cerámicos del mismo nombre.
Nace TelefeTelefe obtuvo la concesión de la frecuencia en el concurso impulsado por el gobierno de Carlos Menem después de superar a Tevemac (Grupo Macri, con Goar Mestre, antiguo hombre fuerte de Canal 13 en el directorio). En la evaluación inicial ambos conglomerados recibieron la misma calificación y debieron reforzar sus ofertas. En una segunda instancia, Telefe se comprometió a pagar 16 millones de dólares (cinco más que su rival) y se quedó con el canal.
Con el regreso de Pedro Simoncini al frente de la conducción estratégica y sobre todo con la incorporación clave de Gustavo Yankelevich como gerente de programación, los nuevos dueños encararon fuertes reformas de infraestructura y equipamiento. Se hizo una apuesta concreta por una programación nueva, integrada por producciones nacionales y una fuerte inversión en materia de compra de derechos para emitir grandes acontecimientos deportivos y musicales.
Muy pronto llegaron los éxitos, de la mano de nuevos ciclos de inmediata aceptación en sucesivas etapas: Brigada Cola, Grande Pa, Amigos son los amigos, Atreverse, Mi cuñado, las novelas de Andrea del Boca, los shows de Susana Giménez, Chiquititas, Muñeca brava, Polémica en el bar (ahora con periodistas), El Gordo y el Flaco, Jugate Conmigo, Sábado Bus, Casados con hijos, Poné a Francella, Costumbres argentinas, Floricienta, 100 días para enamorarse, Los exitosos Pells, La leona, Educando a Nina, Graduados, Verano del 98, Resistiré, Vidas robadas y muchos más.
Junto a Susana, la estrella indiscutida de esos años fue Marcelo Tinelli, el conductor que empezó tímidamente conduciendo a la medianoche un programa de bloopers y de a poco, al frente de VideoMatch (que empezó sus emisiones el 1 de marzo de 1990) e interpretando a la perfección los vaivenes del imaginario colectivo de los televidentes, se transformó en el conductor más exitoso de los últimos 25 años de la TV.
Telefe reflotó entre 1990 y 1996 Tiempo Nuevo, el clásico programa político de Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, tres décadas después de su aparición original (entre 1966 y 1976) en la programación del viejo Canal 11.
Un camino parecido recorrió Tato Bores. En 1964 llevó por primera vez a Teleonce Tato siempre en domingo, título inicial del mejor ciclo de humor político que conoció la historia de la televisión argentina. Y en 1993, tres años antes de su muerte, Tato se despidió de la pantalla al frente de Good Show, con producción de sus hijos Alejandro y Sebastián.
El dueño del ratingEn los últimos años, Telefe supo adaptarse mejor que cualquiera de sus competidores a las grandes transformaciones en el universo de los medios audiovisuales y sobre todo adaptarse a una nueva realidad que le quitó a la TV abierta su liderazgo indiscutido, aunque conservando una considerable influencia entre el público y los anunciantes.
Acertó siempre donde los demás se equivocaron: en la compra llave en mano de algunas exitosas marcas globales adaptadas con gran repercusión a nuestro medio (los reality shows competitivos Gran Hermano, La Voz, Got Talent y MasterChef) y en la elección de ficciones extranjeras, sobre todo melodramas turcos y telenovelas brasileñas inspiradas en episodios bíblicos, que también rindieron mucho en las mediciones de audiencia.
Con todo, el éxito foráneo más grande que tuvo la programación de Telefe de las últimas décadas fue animado y funcionó además en todo momento como un gran comodín dentro de la programación: Los Simpson.
Con ese menú, la continuidad de algunas figuras locales de gran peso (Susana Giménez a la cabeza) y el buen rendimiento de sus noticieros, el canal no tuvo dificultades en ganar la mayoría de las batallas por el rating en las franjas horarias de mayor encendido y conservó su liderazgo más allá de algunos vaivenes y sucesivos cambios de mando en la conducción artística.
Pasaron por esa función el tándem Claudio Villarruel-Bernarda Llorente, Marisa Badía, Tomás Yankelevich y Darío Turovelzky. El más reciente, cuya gestión (primero como gerente de contenidos y más tarde como CEO) coincidió con la etapa en la que el canal formó parte del poderoso holding norteamericano Viacom, a partir de 2016.
Ese mismo año se completó la mudanza completa del canal a un complejo de estudios ubicado en la localidad bonaerense de Martínez. El viejo edificio de Pavón 2444, último punto de conexión entre aquel presente y el comienzo de la historia, se convirtió para siempre en recuerdo. Ahora, casi una década después, empieza otra etapa.