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El tiburón más temido cumple 50 años

SOUTHAMPTON.- Un par de años atrás, un tiburón bien pequeño entró en el dock donde los navegantes muy junior del balneario estaban sacando sus optimist del agua. Todos gritaron, pero fueron s...

SOUTHAMPTON.- Un par de años atrás, un tiburón bien pequeño entró en el dock donde los navegantes muy junior del balneario estaban sacando sus optimist del agua. Todos gritaron, pero fueron sólo las chicas las que salieron corriendo a buscar un mediomundo gigante, lo cazaron sin más y lo tiraron lejos. Los varones miraron, y alguno lo filmó en su iPhone para la posteridad. La actitud de esta madre tampoco fue particularmente heroica: se quedó mirando todo, tarareando Ta-ta... ta-ta... ta-ta-ta-ta-ta-ta...para sus adentros (las malas lenguas sugieren que fue a viva voz desde la seguridad de la terraza del club náutico), y lo sigue haciendo cada vez que ve el video.

Ese es el poder de la música de Tiburón, la película de Spielberg. Uno ya no puede estar en ninguna situación remotamente relacionada con un pez con aleta –o un peligro en general- sin que le suene en la cabeza, o que alguien haga la humorada de entonarla.

El scrich-scrich-scrich de Psicosis nos hizo temer a la ducha. El Ta-ta... ta-ta... ta-ta-ta-ta-ta-ta de Tiburón al mar abierto

Encima, este año la película de Spielberg cumple 50, así que su banda de sonido suena por todas partes. Aunque se filmó en Martha’s Vineyard, el libro original transcurría aquí en Long Island, con lo cual fue apropiada como parte del folklore local veraniego. Lo que su compositor, John Williams, contó en entrevistas para la National Public Radio y el American Film Institute es que cuando tuvo la idea de solo dos notas alternadas, tocadas con creciente insistencia, temió que Spielberg lo fuera a echar por no cumplir con las expectativas de una gran banda sonora.

Cuando finalmente se juntaron, Williams fue al piano, tocó el famoso mi-fa, mi-fa... y Spielberg se rio. Pero inmediatamente aclaró que esa risa no era de burla: era de reconocimiento de que esa música lograba sonar como la amenaza del tiburón que se acerca y se acerca. En un artículo reciente del Washington Post, el crítico Michael O’Sullivan explora por qué esa música sigue dando miedo medio siglo después. Lo atribuye, en parte, a que activa una memoria ancestral: el ritmo recuerda a los latidos del corazón, y se acelera igual que ellos cuando estamos en peligro. También influye el uso deliberado del silencio. Cuando el tiburón ataca sin que suene la música en una escena crucial, el efecto es todavía más perturbador. La ausencia del tema musical se convierte en una especie de presencia fantasmal.

Esa música dio origen a un tipo nuevo de miedo cultural: el miedo postmoderno (como lo definió el Financial Times, que llamó a Tiburón “la primera épica de acción posmoderna“). No al monstruo gótico ni al asesino disfrazado, sino al depredador natural amplificado por la tecnología (el cine mismo) y por la idea de que la naturaleza ya no está bajo nuestro control.

La película marcó también el nacimiento de los blockbusters veraniegos, y el uso de bandas sonoras para generar fenómenos virales antes de que existiera esa palabra. Según Spielberg , sin Williams “habría sido una película mediocre”. Williams ganó el Oscar por esta banda sonora, y también se quedó con el raro privilegio de haberle dado un sonido al miedo que entró profundamente en la cultura popular.

Se suele decir que solo otra partitura comparte ese mérito: los violines punzantes de Psicosis, film que en 2025 celebra sus 65 años, compuestos por Bernard Herrmann. Se parecen en su economía de recursos y en su capacidad para volverse parte inseparable del miedo que representan. Pero mientras los violines de Herrmann aparecen en el momento del crimen y subrayan el estallido violento, el tema de Tiburón se anticipa al ataque, lo anuncia, y muchas veces incluso lo sustituye. En Psicosis, la música es el grito. En Tiburón, es la amenaza. Pero ambos dejaron una huella indeleble en nuestro sistema nervioso. El scrich-scrich-scrich de Psicosis nos hizo temer a la ducha. El Ta-ta... ta-ta... ta-ta-ta-ta-ta-ta de Tiburón al mar abierto. Ambos lo lograron con música. La conclusión podría ser que, este verano, mejor quedarse seco.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/el-tiburon-mas-temido-cumple-50-anos-nid13072025/

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