Estanislao Karlic, un hombre santo
Si bien nadie puede usar este calificativo de modo estricto, normalmente decimos que una persona es “santa” por sus rasgos de bondad, generosidad, entrega a una buena causa…Monseñor E...
Si bien nadie puede usar este calificativo de modo estricto, normalmente decimos que una persona es “santa” por sus rasgos de bondad, generosidad, entrega a una buena causa…
Monseñor Estanislao Karlic era cordobés, nacido en Oliva, a pocos kilómetros de la ciudad de Córdoba. Su padre fue en algún tiempo intendente de ese pueblo. Cursando la carrera de Derecho, a los veinte años experimentó el llamado de Dios al sacerdocio y entró en el seminario. Completó sus estudios en universidades eclesiales en Roma y al volver a nuestro país ejerció su ministerio sacerdotal fundamentalmente enseñando teología en Córdoba y en Buenos Aires.
En 1967 el papa lo designó obispo auxiliar de Córdoba y pocos años después, arzobispo de Paraná. Mucho más adelante, a sus ochenta años, el papa Benedicto lo hizo cardenal. Hasta aquí su trayectoria en títulos eclesiales.
Pero, como buen hombre de Iglesia, lo que cuenta no son los títulos sino más bien los servicios. El primero ya lo hemos mencionado: la formación de sacerdotes. Ardua tarea, que la brindaba ante todo con el ejemplo de una vida austera, centrada en la oración, el estudio y su disposición caritativa ante cualquier circunstancia.
Se destacan tres acontecimientos que tuvo que encarar. En el orden internacional, fue uno de los redactores de una obra de gran trascendencia: el Catecismo de la Iglesia Católica. Solo eminentes teólogos fueron convocados por el papa Juan Pablo II para esta ingente tarea.
En segundo lugar, la asunción del arzobispado de Paraná en momentos muy complejos de esa sede eclesiástica, con posiciones ideológicas enfrentadas, en las que el obispo tendría que ser artífice de comunión.
El tercer momento, trascendente no solo para la Iglesia sino también para el país, fue en la crisis de 2001/2002, en la que, siendo presidente de la Conferencia Episcopal, asumió la participación eclesial en la Mesa de Diálogo Argentino.
No fuimos más amigos porque nos separaba la distancia física, pero siempre quedaron deseos de sentirme más cerca de él. Éramos diferentes, y vale recordar una anécdota significativa. En una de las tantas reuniones en las que tuvimos que participar, Karlic me llamó la atención por la dureza de algunos juicios y a modo de chiste me dijo: “No me gustaría tenerte como juez en el Juicio Final”. Todos nos reímos de la ocurrencia, pero pensé en ese momento: “Qué notable, a mí sí me gustaría que un hombre como Karlic pudiera ser mi juez”.
Poco más que decir. Darle gracias a Dios por un hombre tan santo, que ha hecho tanto bien a nuestra Iglesia y a nuestro país. Casi centenario a los 99 años, Dios lo llamó a la eternidad.
Obispo emérito de San Isidro
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/estanislao-karlic-un-hombre-santo-nid13082025/