Evangeline Lilly mostró fotos y contó detalles del accidente que sufrió en la playa: “Fue un reinicio”
“Me desmayé en la playa. Y caí de bruces contra una roca”, escribió Evangeline Lilly, junto a una serie de imágenes que compartió en su cuenta oficial de Instagram. Aquellas fotos, en las ...
“Me desmayé en la playa. Y caí de bruces contra una roca”, escribió Evangeline Lilly, junto a una serie de imágenes que compartió en su cuenta oficial de Instagram. Aquellas fotos, en las que se la ve golpeada, ensangrentada y con un diente desplazado, causaron una gran preocupación entre sus seguidores.
Si bien la protagonista de Lost brindó una breve explicación sobre lo sucedido en sus redes, invitó a sus lectores a leer un relato -y una reflexión- sobre lo ocurrido en un sitio web que funciona como los viejos blogs.
“En el hospital, las enfermeras y el médico entraron en acción de inmediato, más decididos a encontrar la causa de mi desmayo que a suturar el agujero que la piedra me había hecho en la cara. Les sonreí con ironía. ‘No encontrarán nada’, dije con voz aturdida”, continuó su relato. “Me revisaron el corazón. Fuerte como un buey. Me revisaron el azúcar. Normal. Me revisaron el hierro. Excelente. Revisaron y revisaron. Pronto el doctor me devolvió la sonrisa irónica. ‘Sabías que no encontraríamos nada’, parecían decir sus patas de gallo”, recordó.
Entonces, explicó que este tipo de cuadros son habituales en ella desde siempre: “He tenido ausencias y desmayos desde pequeña. Los médicos me hicieron pruebas de epilepsia de pequeña y luego se inclinaron por la hipoglucemia, sin hacerme ninguna prueba. Durante buena parte de mi vida, me creí eso de la hipoglucemia. Aunque nunca lo noté: mi metabolismo está por las nubes y metabolizo los azúcares, sobre todo, con una eficiencia asombrosa”.
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“Pero, a medida que crecí y otros problemas de salud empezaron a aparecer, mi médico empezó a hacerme muchos análisis de sangre. Lo interesante fue cómo, incluso después de un ayuno de 12 horas, incluso después de perder el conocimiento, mis niveles de glucosa nunca eran tan bajos. Parecía que se estaba descartando la hipoglucemia. Entonces… ¿Qué me hacía estar tan desorientada que los médicos pensaron que podría tener epilepsia de niña? ¿Qué me hacía desmayarme periódicamente a lo largo de mi vida adulta? ¿A qué se debía mi sonrisa irónica?“, se preguntó.
“He llegado a creer que este ‘desenganche’ se debe a que mi pequeña alma ha alcanzado el límite de lo que siente que puede afrontar en esta vida y ‘abandona el edificio’, por así decirlo. O ‘abandona el traje de carne’, sería una mejor manera de decirlo. Me he observado de cerca y soy muy introspectiva. Soy buena buscadora de patrones, además de tener la visión de la espiritualidad. Y, tras suficientes episodios como estos y suficientes pruebas médicas para descartar diferentes factores, he llegado a la conclusión de que mi alma anhela regresar. Que cuando haya tenido suficiente, cuando el dolor se vuelva insoportable, el estrés abrumador, el idealismo destrozado, mi alma abandonará mi cuerpo y regresará al espíritu puro", indicó.
“Siempre que regreso de uno de estos episodios, me invade una sensación de euforia. Siento amor puro, luz y paz. No hay sensación más serena en el mundo. Y entonces, rápidamente, la realidad llega de golpe. ‘¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando? ¿Por qué tengo un diente en la boca donde no debería estar? No puedo respirar. ¿Qué está pasando? ¿Estoy soñando? ¡No puedo respirar!’. Retiro la cara de la arena y respiro hondo. Tengo la boca y la nariz llenas de sangre. La realidad. La vida. El traje de carne. De vuelta otra vez. Por más. Fue solo una pequeña pausa para el té. Unas mini vacaciones. No me fui para siempre. Solo un alivio temporal. Pero suficiente para volver a encaminarme. Para anclarme y centrarme en lo que es importante: qué estresarme y qué dejar ir, el regalo del dolor y la angustia, la verdad de la existencia", continuó.
Y reveló: “Mi pareja dice que cuando me desmayo, parezco que me muero. Se asusta mucho. Mis ojos se ponen en blanco y mi cuerpo se desmaya. Constantemente me revisa la nariz y la boca para ver si respiro. Esta vez no fue la excepción. No estaba conmigo en la playa, pero de camino al hospital me desmayé de nuevo”.
“Los últimos meses han sido increíblemente exigentes. He intentado prestar atención a mis prácticas diarias de meditación, respiración y oración, para crear más espacio, para escuchar con más atención, pero también he elegido prestar atención a mi cuerpo, a mis bebés y a mis sueños. No podemos tenerlo todo. Esta es mi firme convicción, basada en la evidencia empírica de más de cuarenta y cinco años de vida. Simplemente, no podemos”, explicó la actriz.
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E indicó: “Mi desmayo y las lesiones resultantes me obligaron a dejarlo todo. Me vi obligada a la quietud. De ahí surgió una profunda alegría, paz y claridad que comenzó en el espacio liminal al que fui cuando perdí el conocimiento. Comenzó allí y ha continuado durante días desde entonces. Puede parecer una locura ver mi cara y mi diente roto, pero me siento muy agradecida de haber perdido el conocimiento. Necesitaba un reinicio”.