
Fan del deporte, la música heavy y karateca, encontró una manera de mejorar la calidad de vida: “Al rockero le gusta la noche, pero ve los beneficios”
Fue una charla seria, casi ceremonial, de esas que los padres de otras épocas solían tener con sus hijos cuando era el momento de dejarlos volar y que se abrieran a su propia experiencia en el mu...
Fue una charla seria, casi ceremonial, de esas que los padres de otras épocas solían tener con sus hijos cuando era el momento de dejarlos volar y que se abrieran a su propia experiencia en el mundo. Y en esa conversación familiar, que por supuesto quedaría en el recuerdo, se proyectó el futuro de Nicolás Gondra. “Fue una elección bastante orientada por mis padres, sobre todo por mi mamá que me decía: a vos te gusta hacer deporte y estás siempre de zapatillas deportivas y jogging”. Y, aunque en ese momento a Nicolás quizás le pesó semejante argumento, el tiempo le daría la razón a esa sabia recomendación.
Criado en la localidad de Tortuguitas, en la provincia de Buenos Aires, en una casa con parque donde convivió con sus dos hermanos y seis perros de raza Doberman, era muy inquieto y le encantaba jugar. De forma temprana y por herencia familiar, empezó a practicar karate a sus tres años. Su padre, Gustavo Carlos Gondra, es uno de los maestros de karate más importantes a nivel mundial y de su mano aprendió todo lo que hoy sabe sobre esa disciplina pero también sobre aikido y judo.
Siempre atenta a sus hijos, su mamá pronto entendió que Nicolás quizás necesitaba un estímulo deportivo adicional y lo convenció para que comenzara a practicar, también, básquet. De modo que el menor de sus niños llegó a la adolescencia con los valores que le habían inculcado en esas dos actividades. Sin embargo, en forma paralela, el interés de Nicolás por la música crecía cada vez más.
“Particularmente me acuerdo de cierto público que iba a practicar karate. Eran adultos a los que les gustaba Metallica, Megadeth, La Naranja Metálica y otras bandas musicales que yo terminé conociendo. Yo era muy curioso y les preguntaba de qué eran sus remeras, o les pedía escuchar la música que ellos escuchaban y me gustaba. Aparte miraba televisión, era la época de MTV y MuchMusic y veía los programas donde pasaban videoclips de esas bandas. También jugaba a la PlayStation y los juegos que más me divertían eran NBA2000, Tony Hawk Pro Skater 2 y Ready to Rumble (de boxeo). Esos juegos tenían música rock, metal, hardcore, rap y trap”.
Disciplina, formación y aprendizaje constanteQuizás fue por esa pasión tan fuerte que estaba desarrollando por la música de ese género, que sus padres quisieron orientarlo al momento de decidir una profesión y futuro laboral. Nicolás tomó el consejo y comenzó con su formación. Primero hizo un curso de preparador físico deportivo y luego ingresó al instituto Dr. Enrique Romero Brest N° 1.
“Arranqué con cierta idea equivocada sobre el deporte y me encontré con un mundo educativo pedagógico que me cambió mucho la perspectiva de lo que yo quería realmente. A medida que fueron pasando los años -y como siempre me gustó ayudar a las personas- intenté buscar un método para acompañar a los deportistas en la búsqueda de un mejor rendimiento o desempeño en el deporte. Y así fue cómo decidí inclinarme por la enseñanza del deporte, el entrenamiento y el rendimiento orientado tanto a la salud como al deporte”.
Dio sus primeros pasos en la sala de musculación del gimnasio de un amigo de su papá, Tango Club. Luego en el mismo gimnasio empezó a dar clases de entrenamiento funcional en el año 2016 y se metió de lleno en el mundo del fitness y el entrenamiento. “Recuerdo con mucho cariño cuando hice un taller de prácticas docentes en la Agencia Nacional de Discapacidad de la calle Ramsay. Mis prácticas fueron en Pilates y musculación. Me sentí muy conmovido por las personas que iban a rehabilitarse, de ver sus progresos, aprender a poder ayudarlos y muchas charlas que me ayudaron mucho a crecer”.
Mientras, en el plano personal, la música se había convertido en una aliada clave en los entrenamientos que él mismo realizaba. Las emociones de Nicolás estaban fuertemente vinculadas con la música que escuchaba. Y usaba esa herramienta para concentrarse en las competencias de karate de las que participaba. “Recuerdo un videoclip de Carajo (Soy fan, fuerte) donde se ve a Nicolás Ryske, un peleador de kickboxing y muay thai argentino que me inspiró mucho. Lo mismo sentí con un videoclip de la banda Sepultura que se llama Attitude. Hay imágenes de Royce Gracie, padre del Jiu Jitsu Brasilero en una jaula de MMA y para mí eso era un vínculo directo con lo que yo soy, que es ser karateka”.
“Lo más gratificante es ayudarlos a mejorar su calidad de vida”Hacia 2019 esa conexión profunda entre la música y su estilo de vida pudo materializarse cuando decidió dar forma a su proyecto de entrenamientos personalizados y tuvo la posibilidad de comenzar a trabajar con Pehuén Berdún, exguitarrista de una de sus bandas favoritas del metal nacional, Plan 4, y actual guitarrista de Hermanos de Sangre.
“Llegó con una hernia y muchos problemas de espalda. Me contactó para empezar a cambiar su vida. Pehuén hoy sigue entrenando y en tres años solamente tuvo una recaída por la hernia. Así es como se me ocurrió hacer un programa de entrenamiento para ayudar a los músicos en el escenario. Vulgar Training se convirtió en el lugar para los rockeros y metaleros en el fitness y el entrenamiento”.
Más adelante se sumaron Gonzalo Espejo (baterista de Plan 4), Nicolas Agha Zade (excantante de Inferos), Juan Ignacio Poncelas (bajista de NVLO) y Juan Ignacio de Abreu (actual bajista de Plan 4). “Yo sé y conozco el tipo de vida que tienen los rockeros. Mi principal desafío era que pudieran sostener el entrenamiento y la alimentación. El rockero es rockero, le gusta la noche y el show. Pero una vez que veían y notaban los beneficios de entrenar -sobre todo en el escenario y luego del show-, se entusiasmaban en continuar e intentar respetar la rutina. A esto se suma el factor social ligado a la vanidad y la hegemonía de entrenar. Como muchos tienen la vista nublada con respecto a los verdaderos propósitos de entrenar o volver mas fuertes sus cuerpos, está la creencia de que si no se marcan los abdominales, el entrenamiento no sirve. Entonces es más tentador abandonar o nunca empezar. Y eso le puede pasar a cualquier persona. En otros países los managers mandan a sus músicos a entrenar, a descansar, a nutrirse bien. Siguen siendo rockeros, pero que se cuidan. Yo quiero que puedan ver la importancia funcional de entrenar y los beneficios para salud a corto y largo plazo”.
Nicolás asegura que disfruta del proceso de evolución de sus alumnos. “Gracias a mi profesión puedo entender el mundo de las otras personas. Aprendí a ser más atento a la hora de escuchar, a abrirme a otros puntos de vista y decidir o cuestionar mis acciones teniendo en cuenta la historia de cada alumno y el momento que vive. Eso es lo más gratificante, ver cómo mi trabajo los ayuda a mejorar su calidad de vida”.
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