Guillermo Rico: fue “el galán” de Los cinco grandes del buen humor, cantó con Canaro y fue “amigo” de Rolando Rivas
Guillermo Rico fue el galán de Los cinco grandes del buen humor, el que con su voz fuerte y aterciopelada conquistaba a las chicas en todas las películas. Además fue cantante de tangos y fue par...
Guillermo Rico fue el galán de Los cinco grandes del buen humor, el que con su voz fuerte y aterciopelada conquistaba a las chicas en todas las películas. Además fue cantante de tangos y fue parte de la orquesta de Francisco Canaro. Nació en el barrio de Lanús, el 10 de febrero de 1920 y debutó como cantor de tangos a los 17 años en el Club Talleres de Remedios de Escalada. En 1948 y junto a Rafael Carret, Jorge Luz, Zelmar Gueñol y Juan Carlos Cambón, crearon Los cinco grandes del buen humor y tuvieron mucho éxito con sus películas, pero también en la radio. Hizo teatro de revistas, fue parte de Rolando Rivas taxista y trabajó en varias novelas. Murió el 18 de mayo de 2013.
Su primer trabajo fue de la mano de su papá, que era fabricante de galletitas. Pero amaba imitar a los cantores de tango y lo hacía a toda hora y en cualquier lugar. Luego de su debut en un club se sumó al grupo Los bohemios, que dirigía Mario Pugliese, lo que le dio la oportunidad de mostrarse. En 1938, lo vio un productor de Radio Belgrano y lo convocó para ser parte de La caravana del buen humor, cantando y haciendo imitaciones. Con el tiempo el ciclo pasó a llamarse La cruzada del buen humor, que dirigía Tito Martínez del Box, junto a Francisco Mastrandrea. Ese fue el inicio de Los cinco grandes del buen humor y rápidamente ganaron popularidad imitando a figuras del momento como Luis Sandrini, Tita Merello, Alberto Castillo y Niní Marshall.
Además, filmaron varias películas. La primera fue Cuidado con las imitaciones en 1948. Luego hicieron Cinco grandes y una chica, Cinco locos en la pista, Fantasmas asustados, Locuras, tiros y mambo, La patrulla chiflada, Vigilantes y ladrones, Temporada 45, Desalmados en pena, Veraneo en Mar del Plata, Los peores del barrio, África ríe, y El satélite chiflado, en 1956.
Siempre el tangoFueron épocas de bonanza laboral para Guillermo Rico, que antes había hecho otras películas como El fabricante de estrellas en 1943, junto a Pepe Arias y Osvaldo Miranda, y El tango irresistible. En ese entonces el pianista Oscar Sabino le presentó a Francisco Canaro, que lo invitó a incorporarse a su orquesta. Rico lo hizo con un seudónimo que mantuvo durante unos años. Él pensaba que cambiando su nombre conseguiría diferenciar al humorista del cantor de tangos. Canaro le propuso que se llamara Guillermo Barragán y luego Guillermo Peñaflor, pero ninguno le gustó a Rico. Finalmente, horas antes de debutar en Radio Belgrano se decidieron por Guillermo Coral, nombre que usó durante algunos años cuando de cantar se trataba.
Con Canaro, Rico actuó en 1945 en el Teatro Alvear con El tango en París. Y además grabó varios tangos, entre ellos “Tres palabras”, “En la noche de tus ojos”, “Muriéndome de amor” y los valses “Tristeza criolla”, “Incomprensión” y “En un barco velero”. Canaro dijo alguna vez sobre Rico que era “un gran imitador de cantores que gustaba más con la voz de los otros que con la propia”. Quizá es por esa razón que se lo recuerda más como actor.
Su infancia y sus iniciosEl propio Guillermo Rico contó en una entrevista en el viejo ATC cómo fueron sus comienzos: “En mi familia todos cantaban y mi papá era un actor de raza aunque nunca subió a un escenario. Pero en las noches nos reunía y nos leía obras enteras de teatro español y todos escuchábamos como en misa. Mi padre hacía todos los personajes. Y de él, seguramente, nació mi vocación. Mi padre era fabricante de galletitas y ese fue mi primer oficio. Recuerdo que mientas amasaba o hacía un batido de vainilla, hacía imitaciones para mí“.
Y agregó: “No había visto nunca en persona a los cantores, sino que los escuchaba a todos por la radio. Me daba mejor resultado escuchar a un mal imitador que ver al original. Recuerdo que la primera vez que hice a Alberto Castillo, yo no lo había oído en mi vida. Me dijeron que cantaba más o menos así y después me di cuenta de que había sido una insolencia, pero lo exigía el libreto porque Castillo fue un boom de la noche a la mañana”.
También reflexionó sobre los años que trabajó con Canaro: “Posiblemente, fui un cantor frustrado en algún momento porque cuando empecé a cantar con Francisco Canaro creí tocar el cielo con las manos y después me di cuenta de que estaba luchando con monstruos tremendos como Alberto Podestá, Floreal Ruiz, Roberto Rufino, todos ídolos. Y había que ser muy bueno para destacarse. Yo me creo un buen cantante y conservé mi registro de voz”.
Entre el cine y TVDurante algunos años estuvo alejado del cine, pero en 1978 volvió con El fantástico mundo de María Montiel y siguió con Frutilla, Sentimental (Requiem para un amigo), Señora de nadie, Te amo e India Pravile.
También tuvo un lugar destacado en la televisión, participó de producciones como Rolando Rivas taxista, Mi hombre sin noche, Tu rebelde ternura, Pablo en nuestra piel, El tema es el amor, Chau amor mío, Un hombre como vos, Paloma hay una sola, No es un juego vivir, Dos para una mentira, Ella contra mí, La elegida, Son de Diez, Los machos, Como pan caliente, Laberinto sin ley, Verano del ’98 y Mosca & Smith.
“A Alberto Migré siempre le voy a estar agradecido porque se jugó por mí cuando me puso el personaje de aquel tachero a la antigua dentro de la tira protagonizada por (Claudio) García Satur. Y a partir de ahí tuve papeles muy distintos, con ribetes dramáticos”, solía decir.
Además, fue parte también de la revista porteña y acompañó a Pepe Arias, Zulma Faiad y Rafael Carret en varias temporadas en el Teatro Tabarís.
En una de sus últimas entrevistas, Rico dijo que se sentía agradecido porque el escenario le había brindado la oportunidad de ponerse delante del público para mostrarse “como alguien que hizo siempre lo posible para hacer reír, para divertir, para que el público se sienta feliz” como él lo había sido durante toda su trayectoria.
“Un genio total”Lisandro Carret, hijo del Pato Carret, lo recordó para LA NACION: “Guillermo era como un hermano para mi papá, al igual que Jorge Luz porque durante años compartieron giras, anécdotas y aventuras y el gran éxito que empezó con La cruzada del buen humor".
Y sumó: “Él era el galán de las películas, el que se quedaba con la chica linda, y a lo largo de los años se jactaba de conservar el mismo tono de voz y ponía las grabaciones de la época, cantaba sobre ellas y decía, ‘mirá Lisandro, tengo el mismo tono’. Y lo decía con orgullo”.
“Yo lo conocí grande porque cuando nací ya había pasado todo el éxito de Los cinco grandes..., aunque Guillermo seguía trabajando en novelas y cantando en algunos shows. Me acuerdo de que venían a casa y para mí era mis tíos. Siempre compartíamos la pasión por el tango y me contaba historias de cantantes que él imitaba. Cuando lo internaron en la Clínica La Providencia, al mismo tiempo habían internado a Jorge Luz, y yo iba de una habitación a la otra, ayudándolos a comer, a compartir tiempo. Nos sentimos familia. En un cumpleaños lo llamé para saludarlo y le pregunté cómo la pasaba y me contestó que solo porque su mujer se había ido con su hija a un lugar. Compré una torta, fui a su casa y lo compartimos los dos, contando anécdotas. Un genio total. Cuando en el festival de cine de Mar del Plata le hicieron un homenaje a Los cinco grandes... con la remasterización de una película, fueron papá, Jorge y Guillermo, los últimos tres que quedaban, y pasamos una noche espectacular, llena de emociones. Estaban felices con ese homenaje”, detalló.