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Inocencia y martillos para ver la realidad

Los políticos hacen su aporte a las industrias creativas. Como autores que titulan una película o novela, a menudo le ponen nombre a sus obras. Esta semana en la ...

Los políticos hacen su aporte a las industrias creativas. Como autores que titulan una película o novela, a menudo le ponen nombre a sus obras. Esta semana en la Argentina tuvimos la guerra entre llamar “proscripción” o “justicia” a la detención de Cristina Kirchner. A nivel global, Trump le puso “operación martillo nocturno” a su incursión en Irán, aunque el título no prendió: el ataque habrá sido exitoso pero la metáfora es pésima para referirse a un ataque aéreo. Mi favorito de estos días, por lejos, es el título que le dio el gobierno argentino a su iniciativa para permitir el uso de dólares no declarados, conocida como “inocencia fiscal”.

Hay una larga tradición de jugar con las palabras en busca de aprobación pública. Está la dupla “pro-vida” y “pro-elección” en el debate del aborto. La frase cambio climático al parecer la inventó un asesor de George W. Bush, Frank Luntz, en busca de un concepto positivo para abordar nuestra posible extinción. Un estudio del año pasado de la Universidad de Southern California mostró que aunque los demócratas promueven un discurso más alarmista, usando frases como “crisis” o “emergencia” climática, les convendría seguir usando cambio climático porque las audiencias –ya habituadas– lo entienden mejor.

Palabras con carga moral positiva como “vida” o “libertad” pueden crear una predisposición favorable. Hablar de inocencia puede predisponernos a proteger en vez de castigar al que evadió

Hay otros casos donde sí se popularizan conceptos negativos. Una investigación de la ONG Runnymede Trust analizó el uso de la palabra inmigrante en los discursos políticos británicos de las últimas décadas. Concluyeron que la palabra más asociada con inmigrante durante todos esos años fue “ilegal”. Encontraron también que después de una declaración de la ex primera ministra Theresa May que llamó a “crear un ambiente hostil para los inmigrantes ilegales” los discursos hostiles crecieron un 137 por ciento.

El procedimiento se conoce como framing. Se trata de enmarcar una acción pública con palabras para darle un sentido determinado. En general no introduce ideas nuevas: activa ideas que ya existen en la mente de los ciudadanos y funciona como un ancla intuitiva. Palabras con carga moral positiva como “vida” o “libertad” pueden crear una predisposición favorable. Hablar de inocencia puede predisponernos a proteger en vez de castigar al que evadió.

Los hashtags se suelen popularizar cuando hay actores institucionales –políticos, periodistas– que los replican

El año pasado, dos investigadoras de la Universidad de Pennsylvania revisaron cincuenta estudios académicos sobre el tema y resumieron los principales mecanismos que activa el framing. Entre otras cosas, un buen título puede manipular nuestra atención, llevándola a ciertos aspectos de un tema; puede jugar con nuestro deseo de compararnos, poniéndonos en una cierta tribu o en una posición en un ranking; y puede jugar con nuestras emociones.

Las redes sociales pusieron en duda el poder del framing. Como los algoritmos nos muestran ideas afines a nuestro pensamiento, muchas veces los framings ajenos ni nos llegan. Pero además, la idea de que un medio o un gobierno puedan definir la narrativa está en discusión. Después de todo, hoy cualquiera puede crear un hashtag viral. Sin embargo, la investigación viene demostrando que tener inventiva no alcanza: los hashtags se suelen popularizar cuando hay actores institucionales –políticos, periodistas– que los replican. Y esto no está garantizado. Un estudio del año pasado de Emma Östin y Simon Lindgren analizó los posteos de parlamentarios de 10 países en X (ex Twitter). Encontraron que muchos usan hashtags, pero solo el 5 por ciento para sumarse a campañas activistas, como #Metoo. De hecho, los hashtags deportivos como #WorldCup o #Paris2024 fueron más habituales, con un 8 por ciento.

Como sea, el framing sigue vivo. En tiempos de polarización y guerras culturales, las disputas discursivas van a ser cada vez más frecuentes. La narrativa puede parecer puro humo, pero ciertamente viene de batallas incendiarias.

La autora es directora de Sociopúblico

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/inocencia-y-martillos-para-ver-la-realidad-nid29062025/

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