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La familia de Diego Fernández Lima pidió buscar más restos óseos en la casa donde fue enterrado el cuerpo

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La familia de Diego Fernández Lima, el adolescente de 16 años que había sido visto con vida por última vez el 26 de julio de 1984 y cuyo cuerpo fue encontrado de forma fortuita en mayo pasado enterrado en el fondo de una casa del barrio porteño de Coghlan donde aún vive Norberto Cristian Graf, un compañero suyo de la escuela secundaria, pidió ante el Ministerio Público Fiscal una serie de medidas de pruebas para avanzar en la investigación.

Así lo pudo saber LA NACION de fuentes con acceso al expediente. La solicitud fue hecha ante el fiscal Martín López Perrando, funcionario a cargo de la investigación, por los abogados Hugo Wortman Jofré y Tomás Brady, letrados que representan a Javier Fernández, hermano de la víctima.

Cerati, un jardín en Coghlan y un asesinato que estuvo oculto cuatro décadas

“No hay dudas que los restos de Diego se han encontrado en el domicilio que pertenece a Norberto Cristian Graf y a Ingrid Graf de Freeman. Ahora, si bien las imágenes aportadas por los especialistas con relación al esqueleto de Diego se advierte que se han podido recuperar una gran parte de los restos, lo cierto es que a simple vista se percibe que hay faltantes. Incluso, del informe presentado por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) se refiere a un ‘esqueleto casi completo’. De esta manera podemos afirmar sin temor a equivocarnos que existen más restos óseos de Diego que a la fecha no se hayan encontrado en el desprendimiento de tierra sucedido el 20 de mayo pasado, restos que aún pueden estar alojados en el jardín del inmueble situado en avenida Congreso 3742″.

Entonces, los abogados que representan a la familia Fernández sostuvieron que “resultará de interés fundamental que se implemente, por medio de la Gendarmería Nacional u otra fuerza de seguridad, técnicas de georradar en el domicilio” de los Graf.

En el escrito, que tiene nueve páginas, también se solicitó mayores precisiones sobre la llamada al número de emergencias 911 que alertó sobre el hallazgo de los restos óseos.

“Concretamente, resultará fundamental poder conocer la identidad de la persona que efectuó dicha llamada telefónica a los fines de poder recibir un amplio testimonio respecto a lo que vio y bajo qué circunstancias”, se sostuvo en la presentación.

Entre otros puntos del escrito, la familia Fernández solicitó que se libre oficio al Registro de la Propiedad Inmueble de la ciudad de Buenos Aires a “los fines de que se informe desde el año 1984 en adelante quiénes son o fueron los titulares de los distintos inmuebles situados en la manzana circunscripta entre las intersecciones de la avenida Congreso, calles Washington, Manuel Ugarte y Naón”.

El caso

Como se dijo, Fernández desapareció el 26 de julio de 1984, cuando tenía 16 años. Sus restos fueron encontrados, accidentalmente, casi 41 años después, por un albañil de una obra que se realizaba en el lote situado en la avenida Congreso 3748, que linda con el chalet de la familia Graf.

Eso pasó hace tres meses. Tras el hallazgo de los huesos, el arquitecto a cargo de la dirección de la obra llamó al número de emergencias 911. A los pocos minutos llegó personal de la Comisaría Vecinal 12C y se sumaron luego peritos de la Unidad Criminalística Móvil (UCM), quienes levantaron 151 piezas óseas y otras evidencias que terminaron siendo clave para la investigación.

Ahora, con el avance de la investigación, el fiscal López Perrando explicó: “Al momento en que iniciaron los trabajos de excavación en el domicilio lindero a su casa, se mostró preocupado, temeroso de que la verdad saliera a la luz y por ello les espetó a los obreros que tenían prohibido cortar un determinado árbol que se hallaba cercano a la medianera que dividía ambas propiedades”.

El fiscal a cargo de la investigación sostuvo: el día del hallazgo de los restos óseos, “su preocupación se transformó en ocupación al exteriorizar su conducta encubridora: pasando desde la existencia de una iglesia en donde habrían sido enterradas personas hasta que en una oportunidad habría pedido tierra para rellenar su terreno y que los restos habrían venido ocultos sin que nadie se diera la cuenta”.

Fernández , al que apodaban Gaita, y Graf, conocido como Jirafa, habían sido compañeros, hasta un año antes del crimen, en la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N°36. No eran amigos.

El caso quedó bajo la lupa judicial cuando personal de la Policía de la Ciudad fue alertado de que obreros que trabajaban en una obra en construcción en un lote situado en Congreso 3748 encontraron restos óseos cuando hacían una excavación para fundar cimientos. En ese lugar había un chalet donde, a principios de siglo, había vivido Cerati, que se lo había alquilado a la artista plástica Marina Olmi, hermana del actor Boy Olmi.

La propiedad había sido demolida para la construcción de un edificio. Y en el momento del hallazgo, los albañiles trabajaban sobre la medianera que daba al fondo del inmueble situado en Congreso 3742.

Tras el hallazgo de los huesos se inició una investigación que quedó a cargo del fiscal López Perrando, que, dadas las particularidades del caso –se trataba de un cuerpo que, evidentemente, llevaba muchos años enterrado, lo que requería de métodos especiales de análisis–, convocó a especialistas del EAAF. Ellos fueron los encargados de la “intervención arqueológica” en la escena donde aparecieron los restos óseos, el 29 de mayo pasado.

“Fuimos convocados por la fiscalía de López Perrando para realizar una ‘intervención arqueológica’ para aportar una mirada y una interpretación del contexto en que el que se produjo el hallazgo. Ingresamos por avenida Congreso 3748, donde se encuentra el obrador. El lugar del hallazgo fue en la medianera con la propiedad de avenida Congreso 3742. No se trataba de una medianera de concreto, era una medianera ‘verde’, un ligustro frondoso. Buscamos indicios para determinar la fosa original donde fue enterrado el cuerpo”, explicó a LA NACION la directora para la Argentina del EAAF, Mariela Fumagalli.

La mayoría de los 150 fragmentos óseos fueron levantados por peritos de la Unidad Criminalística Móvil (UCM) de la Policía de la Ciudad, que trabajó en la escena el día del hallazgo de los huesos.

Los especialistas del EAAF recolectaron una serie de “elementos asociados” (una etiqueta de una prenda que podía corresponder a una campera o pantalón de jean marca UFO, una media y cuero que podría haber sido parte de un par de botas). El personal de la Policía de la Ciudad ya había secuestrado el reloj y la corbata azul.

A partir de la “lectura y limpieza arqueológica”, los peritos del EAAF estimaron que el foso donde fue enterrado Fernández Lima tenía 60 centímetros de profundidad, 1,20 metros de largo y aproximadamente 60 centímetros de ancho, explicó Fumagalli.

“La evidencia nos permitió inferir que el foso está situado en el lote de avenida Congreso 3742. Que el hallazgo se haya producido en el lote de al lado, sumado al hecho de que en esa casa vivió Cerati, fue un factor clave para la difusión del caso y una señal de alarma para la familia de Diego, porque seguían la información que salía en los medios de comunicación y todo les hacía ‘ruido’”, explicó la directora para la Argentina del EAAF.

Los peritos del EAAF estuvieron a cargo de hacer un perfil biológico de los fragmentos óseos hallados en el jardín de Coghlan. Se trata de un estudio que permite determinar el sexo, la edad estimada en el momento de la muerte, la estatura y posibles lesiones que presentaba el cuerpo, entre otras cuestiones.

“Nosotros no establecemos causas de muerte. Sí describimos lesiones. En este caso vimos una lesión cortopunzante a la altura de la cuarta costilla derecha y lesiones en miembros inferiores y superiores con, posiblemente, otro tipo de arma que probablemente se puede asociar a un intento de manipulación del cuerpo”, sostuvo Fumagalli. Para el fiscal López Perrando hubo un intento de desmembramiento del cuerpo.

Las conclusiones del perfil biológico fueron entregados al representante del Ministerio Público. Después se tomaron muestras óseas para intentar obtener un perfil genético, estudio que se realizó en el Laboratorio Genética Forense del EAAF en Córdoba.

“Nuestro objetivo era identificar los restos. Teníamos perfil genético, pero no teníamos una muestra indubitada para comparar. Había que buscar familias que tuvieran familiares desaparecidos. Podíamos tener el mejor perfil genético, pero si no teníamos con qué comparar, eso no nos serviría de nada”, agregó la especialista.

La identificación

De pronto hubo un giro en el caso: la familia de Diego se comunicó con la fiscalía de López Perrando y con el Equipo Argentino de Antropología Forense. A partir de la información que se publicaba en la prensa relativa a los huesos hallados en la casa de al lado de la que había alquilado Cerati hace un cuarto de siglo, las primeras sospechas de los Fernández Lima se convirtieron en señales de alarma.

“El dato que a la familia le llamó la atención fue el reloj porque él usaba uno de características similares. También, la corbata. Y sobre todo el rango etario que habíamos estimado a partir del análisis inicial de los restos óseos. Si la familia no se hubiese comunicado iba a ser casi imposible llegar a una identificación positiva”, explicó Fumagalli a LA NACION.

Entonces se le tomó una muestra de sangre a la madre de Diego, Bernabella Lima, que hoy tiene 87 años. Hubo “match”.

“Es una noticia triste, sin duda, pero es una certeza para la familia. La familia de Diego quiere saber qué pasó. Fueron 41 años de búsqueda. Diego no pudo volver a su casa, pasó algo en el medio”, sostuvo Fumagalli.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/seguridad/la-familia-de-diego-fernandez-lima-pidio-buscar-mas-restos-oseos-en-la-casa-donde-fue-enterrado-el-nid12092025/

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