Por qué no baja la tasa pese a que hay menos inflación
Pedir un préstamo personal implica endeudarse con una tasa que triplica la inflación proyectada. A pesar de las reiteradas bajas de las tasas de interés que anunció el Banco Central (BCRA) en e...
Pedir un préstamo personal implica endeudarse con una tasa que triplica la inflación proyectada. A pesar de las reiteradas bajas de las tasas de interés que anunció el Banco Central (BCRA) en el último año, en línea con la desaceleración inflacionaria, el efecto no llegó de forma directa a esta línea de crédito. Desde mediados del año pasado las tasas se mantienen en torno al 70% nominal anual, y en algunos casos el costo financiero alcanza los tres dígitos, lo que no impidió que mes a mes siguiera en aumento la demanda.
La tasa de interés de préstamos personales se ubica en 69,56% nominal anual, de acuerdo con el promedio de las operaciones concretadas, según el relevamiento diario que hace el Banco Central sobre las entidades financieras. Puede variar de una entidad a otra, y en algunos casos llega al 102% de TNA.
Si se suman el capital, los intereses e impuestos, el costo financiero total (es decir, lo que efectivamente se tiene que pagar) asciende hasta alcanzar desde 74,3% hasta 223% anual.
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“Teniendo en cuenta que la inflación proyectada según todas las consultoras oscila entre el 20 y 30% anual, hablar de tasas por encima del 60% no tiene mucho sentido. Si las proyecciones se cumplen, esto significa que la tasa real (la que se obtiene descontando inflación) podría superar el 40%. En un contexto de estabilización de la economía, este año tendríamos que volver a números al menos por debajo del 50%”, dijo Alan Daitch, CEO de Tasa Tasa.
El dato contrasta aún más al observar que la TNA del 69,56% de los préstamos personales es prácticamente la misma que había el 9 de mayo del año pasado (70,91%). En aquel entonces, la tasa de política monetaria era del 50% nominal anual, pero en estos nueve meses hubo cuatro recortes de tasas, que llevaron a la misma al 29% de TNA que rige en la actualidad.
“No son créditos que le convengan al consumidor, la TNA triplica y hasta cuadriplica en algunos casos la inflación proyectada. Los bancos tienen mucho margen para seguir bajando la tasa. ¿Y por qué la gente los saca? Por necesidad, porque sus ingresos no evolucionaron en la misma manera que sus gastos y cubren esa diferencia con algún tipo de crédito. Pero son peligrosas estas tasas tan altas, porque en un contexto de inflación decreciente, los salarios también van a ajustar cada vez menos. También creo que el Gobierno puede hacer mucho, por ejemplo, si baja los impuestos sobre los créditos”, advirtió el analista financiero Christian Buteler.
Pese a estas tasas, en el último año hubo un boom en la demanda. La línea de préstamos personales acumuló un saldo de $11,4 billones en enero, un 443,1% nominal más que hace un año (mientras que el IPC fue del 84,5%), de acuerdo con un informe de First Capital Group con base en datos del Banco Central. Y la tendencia continúa: la suba en términos mensuales fue del 12,9% mensual, muy por encima de la inflación de ese mes (2,2%).
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“Los créditos personales vienen creciendo muchísimo más rápido que los depósitos. Y obviamente no es muy sostenible en el tiempo. Entonces la tasa, lejos de ir para abajo, creemos que se va a mantener o va a subir. Es como una situación rara, pero es lo que es”, dijo en confianza un especialista en créditos de un banco.
Tampoco ven como opción subir los depósitos. Consideran que, al estar dentro de un sistema interconectado, eso implicaría que se traslade a precios a la economía. “La demanda corre por arriba de los depósitos. Igual, es una decisión de rentabilidad y crecimiento de cada banco. Nosotros acompañamos la baja de tasas, pero a menor ritmo”, coincidió otro gerente.
Pablo Blanco, CFO de Alprestamo, recordó además que hace varios años por normativa los bancos no tienen permitido cobrar ningún tipo de adicional, como gastos administrativos o seguros. Por eso, la tasa de interés que promocionan tiene que contemplar los gastos de operaciones, cobranzas, costos regulatorios, cobertura de carteras y mora, entre otros.
“Hay un gran espacio para que mejoren las tasas de interés, pero no pasa tan solo por lo financiero, sino que probablemente mucho más sea por lo operativo. Desde nuestro lugar, tratamos de colaborar con los bancos para que mejoren este proceso de prospección, a costa de reducir sus costos de adquisición de clientes”, cerró.
Guillermo Mondino, Dr. en economía, en La Repregunta con Luciana Vázquez