Raúl Lavié: su especial festejo de cumpleaños, el recuerdo de su hijo Leonardo y su vínculo con la política
“Me siento feliz con lo hecho y no reniego de nada de lo que hice”, le confiesa Raúl Lavié a LA NACION, en un mano a mano en el que habla de todo. A punto de cumplir 88, el músico y composit...
“Me siento feliz con lo hecho y no reniego de nada de lo que hice”, le confiesa Raúl Lavié a LA NACION, en un mano a mano en el que habla de todo. A punto de cumplir 88, el músico y compositor argentino celebrará su nuevo año como más le gusta: cantando sobre el escenario. “Habrá imágenes que recorren un poco mi vida, anécdotas que voy a contar y algunos invitados”, anticipa el anfitrión de este gran festejo que tendrá cita el próximo 19 de agosto en el Teatro Broadway.
Raúl Lavié: su especial festejo de cumpleaños, el recuerdo de su hijo Leonardo y su vínculo con la políticaEn lo profesional, construyó una carrera intachable. Hizo radio, televisión, cine, teatro y hasta fue elegido por el presidente Javier Milei para cantar en su asunción. En lo personal, la vida lo enfrentó a situaciones difíciles, como fue la pérdida de su hijo Leonardo (fruto de su amor con Pinky). Sin embargo, su carácter y templanza lo sacaron adelante. “Yo tengo una filosofía que va más allá de lo normal. Uno tiene vida pero también hay un momento en que hay que irse; algunos tardan más que otros. Leito me pidió que siga adelante y tomé su palabra”, revela emocionado mientras recuerda cómo fue su despedida.
Hoy, sus hijos, sus nietos y su mujer Laura son su gran refugio. Sus amigos también, no sólo esos con los que se junta a comer sino los que lo han seguido a los largo de estas siete décadas en la música: el público. “Esa inmensidad de amigos que pude cosechar a través de tantos años que me siguen apoyando en esta hermosa tarea de subir a los escenarios es el mejor premio que puedo tener”, asegura.
-Te gusta celebrar, así que se viene un show por tu cumpleaños…
-Sí, porque es un regalo de Dios seguir. Tengo 87, ahora ya paso a los 88 y celebro poder estar activo. Todos dicen que soy el Tom Jones argentino pero él es menor que yo (risas). Conozco muy poca gente que esté activa como yo, trabajando varios días a la semana.
-¿Cuál es la receta para llegar así?
-Amar lo que hacés. Y bueno, por supuesto que te acompañe tu cuerpo, tu mente, tu corazón, tu salud en general y la voz.
-¿Cómo te cuidás en el día a día? ¿Hacés gimnasia?
-Un poquito; no tanto porque de las rodillas para abajo me cuesta (risas). Pero cuando tengo que salir es como que rejuvenezco. Es como pasaba con China Zorrilla. Me acuerdo que llegaba al teatro (yo hice la voz de Dios en el espectáculo que hizo con Carlitos Perciavalle) agachadita, no subía escaleras y de pronto cuando se abría el telón era la China Zorrilla que irrumpía y se mandaba una función… Era maravillosa. Y eso es lo que pasa con los artistas. Yo puedo estar cansado pero a la hora de actuar se me va todo. El trabajo es lo que me mantiene joven, sobre todo, cerebralmente. Me mantiene lleno de ganas y de proyectos.
-¿Llevás 73 años de carrera?
-Ya van a ser 74. O sea que son siete generaciones de argentinos a los que tuve el placer, el gusto de llegar. Primero, a través de la radio porque no existía la televisión. Después vino la televisión, el teatro (donde hice como 40 obras entre obras de texto y comedias musicales) y el cine, donde hice 15 películas. Y con ello, los premios y el reconocimiento de la gente y de los propios compañeros, que me respetan. Incluso, los chicos jóvenes que hacen una música distinta pero me reciben con mucho aprecio y mucho respeto. El público que me sigue es increíble. Las cosas que he vivido con ellos, que me han contado, el significado que he tenido para ellos y su familia.
-Con 74 años pienso en cuántas cosas habrás visto de esta Argentina… ¿Cómo ves el país hoy?
-Estoy preocupado por todo lo que ocurre. No es la Argentina que yo y mucha gente queremos. Yo escribí hace un año o dos un panfleto que decía “La Argentina soñada”, donde era muy romántico todo pero estoy seguro que es imposible de lograr con todo lo que está pasando. Todos somos testigos de todo este tipo de manejos políticos. Milei es un hombre elegido por el voto y tiene que cumplir su mandato hasta que se termine. Creo que todos tenemos que poner un poquito de sensibilidad y de sentido común. Esto no es una lucha por ocupar un espacio, un lugar. Yo quiero ver antes de irme un país medianamente normal, donde se respete cada uno con su pensamiento político, donde no haya agresiones y esto va para todos.
-Fuiste elegido por el Presidente para cantar en su asunción… ¿Cómo fue la experiencia?
-No lo conocía cuando andaba dando vueltas por la televisión. Lo conocí recién cuando me invitó al Teatro Colón. Fue decisión de él invitarme a que le cantara “Balada para un loco” porque decía que todos lo tenían por loco. Al otro día, me llamó a las 8 de la mañana. Yo dormía porque después me fui a comer con los chicos y pensé que era una broma de alguno de los muchachos y no le di bolilla. Más tarde me vuelve a llamar y me dice: “Soy Javier Milei, ¿lo puedo llamar?”. Y le digo: “Pero, ¿en serio es usted?”. “Sí, por supuesto”, me dice. “Bueno, pero usted es el Presidente… Llámeme cuando quiera, no me pida permiso”, le dije y me llamó. Conversamos como 10 o 15 minutos por teléfono. Me agradeció porque yo no había cobrado esa actuación. ¿Cómo voy a cobrar si para mí fue un honor haberlo hecho, como hice con tantos otros?
-De Carlos Menem fuiste amigo… ¿Viste la serie recientemente estrenada?
-Sí, está tomada tipo farsa. Tiene su cosa porque Carlos era un personaje tan simpático que te ganaba el corazón. Una vez me invitó a Olivos con toda la compañía de Tango Argentino, cuando regresamos de una gira por Europa y los Estados Unidos. Nos hizo un asado y me sentó a su lado. Yo tenía un negocio en Unicenter (vendíamos cosas para la casa) que fracasó porque abrió las puertas de la importación. Entonces le digo: “Carlitos, nos jorobó la vida con las cosas chinas, no nos vinieron a comprar más nada”. Y él me dice: “Y bueno, pero pudieron traer televisores de Miami” (imita la tonada riojana). Así era.
-Viste que se armó todo un lío con el tema del tapado de María Julia…
-(Risas). Eso lo aprovechan nuestras chicas (en referencia a Graciela Alfano y Susana Giménez) que necesitan una cosita así chiquita para armar... ¿Quién no se pelea en este mundo que nos rodea, no sólo político sino también artístico? Es increíble pero hemos perdido el don de divertirnos, el no tomarnos las cosas en serio. Vivamos en paz.
-¿Lo sufrís?
-No, es un problema de ellas. Cada una tiene su razón. Yo desecho las discusiones. Lo mismo respecto a las separaciones. Yo jamás me peleé con mi primera mujer ni con Pinky. Teníamos una relación porque teníamos hijos. Me casé por amor con cada una de ellas. Entonces ¿cómo voy a destrozarlas por separarme? Pinky me pedía consejos a veces cuando tenía a alguien con quien quería formar pareja y me preguntaba qué me parecía. Esas eran nuestras charlas. Con Titi, mi primera mujer, lo mismo. Hasta que se fue estaba en nuestras fiestas familiares, cumpleaños, íbamos a comer. De eso se trata. Yo me casé con ella cuando tenía 20 años y de pronto entré en un mundo que conspiró contra nosotros porque yo trabajaba hasta las 4 de la mañana, me despertaba a las 2 de la tarde y me iba inmediatamente a hacer el programa de radio y después al teatro; no vivía en mi casa ni en familia.
-Pero siempre fuiste un hombre de relaciones largas…
-Sí, con Pinky estuve 12 años o más, pero bueno, se fue desgastando. Las malas lenguas dicen que ella rompió el matrimonio pero no fue así, en absoluto. Al contrario, yo no pude seguir viviendo por la tirantez que había en la familia en general y los problemas que teníamos. Entonces un día dije: “No puedo vivir con vos teniendo todos estos problemas cuando llego de trabajar”. Yo le tenía mucho respeto a ella. Fuimos felices, tuvimos dos hijos maravillosos, nietos. El otro día junté a los 9 que tengo acá, más lo que vinieron de California. Hay dos más, uno en Málaga y otro en México, que no pudieron viajar. Estuve con ellos en un espectáculo y después nos fuimos a comer todos juntos.
-¿Te gusta ser abuelo?
-Amo ser abuelo porque yo fui criado por abuelos entonces sé lo que representa para mí mi abuelo y mi abuela. Trato de que sea lo mismo para con ellos. Lo único que le pedí a Dios es que me dé vida para verlos crecer porque tengo una de 5 y otro de 4. No sabés lo que me dan esos chicos, lo que me cuidan. Me llenan de vida. No se puede narrar con palabras lo que uno siente por esas criaturas.
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-Todos vivimos con vos lo que fue la pérdida de tu hijo Leonardo, pero nunca perdiste la alegría y siempre seguiste adelante...
-Nosotros hablamos mucho. Cuando yo me di cuenta que ya estaba presto a partir, empezamos a conversar sobre lo que él logró. Le dije: “Podés estar tranquilo, todo el mundo te quiere, todo el mundo está pendiente de cómo está tu salud. Vos cumpliste una misión en la vida que es tener amigos, triunfaste con tu música, sos reconocido, entonces liberate”. Yo tengo una filosofía que va más allá de lo normal. Uno tiene vida pero también hay un momento en que hay que irse; algunos tardan más que otros. Él me pidió que siga adelante y tomé su palabra. Me acuerdo que ya estaba dormidito y estuvimos con Pinky (la mamá) despidiéndolo en silencio con la manito de él entre los dos. Yo había viajado de Mar del Plata para verlo y cuando me volví, estaba a mitad de camino, y me llegó la noticia de que ya había partido. Me preguntaron si iba a suspender la función y dije que no porque se lo prometí a Leo. Lo único que pedí es que nadie me reciba cuando llegue al teatro, que me dejen encerrarme en mi camarín, cambiarme, vestirme, maquillarme y salir. Y así lo hice. Era una obra donde tenía que hacer reír. Él había ido a verme cuando la hice en Buenos Aires y se rió tanto… Así que antes de salir a escena, dije: “Vamos Leito, vamos a divertirnos”.
-¿Qué rol ocupó Laura, tu pareja, en ese momento?
-Laura es un ser increíble, un ser que tiene tanto amor por su familia, por sus hijos, por sus nietos, por sus amigos, por mí, por mis hijos. Tiene tanto amor dentro y una energía tan fuerte. Nos besamos, nos abrazamos, viajamos juntos. Ella unió a mi familia. Todos mis hijos, aunque sean de distintas madres, son hermanos y se respetan. Me siento muy orgulloso de la familia que pude formar porque yo viví muy solito cuando era chico. Gracias a Dios, estoy viviendo una época muy feliz.
-¿Por eso decidiste festejar tu cumpleaños con la gente, el 19 de agosto en el teatro Broadway?
-Sí, la primera vez que lo hice fue a los 80. Y ahora Marita Guercio (manager y productora) me dice: “Vos tenés que festejar tu cumpleaños en un teatro”, así que el 19 de agosto lo haré en el Broadway. Habrá imágenes que recorren un poco mi vida, anécdotas que voy a contar (no muchas porque Laurita me dice que no hable tanto) y algunos invitados. Para el de los 80 vino Valeria (Lynch), Patricia (Sosa), Jairo. Pero esta vez quiero traer al escenario gente que está luchando por brillar y por salir adelante entonces invité a Antonella Fernández, una chica que cantó en varios espectáculos conmigo y es muy luchadora. También estará Gastón, mi hijo, que viene con su música, e Iván, un chico con el cual voy a hacer un espectáculo de Navidad en el Gran Rex. Se llama Navidad en las películas y es de Disney. Cuando voy de gira por el interior, siempre invito a alguien del lugar para subir al escenario y que se muestre porque yo creo que esa es la misión que tenemos los artistas consagrados. Ayudar a esos artistas que viven lejos de la capital o que no se atreven.
-Habría que invitarlo a Milei, así como él te invito a su asunción ahora le toca ir a él...
-(Risas) Sabés qué: yo trato de separar porque soy un artista popular. Yo canto para 100, para 500, para 1000 o 2000; no pregunto cuál es el pensamiento político. Como artista no hago política. La política es reservada para mí, no busco imponerme a través de mi pensamiento político, ni tampoco incomodar a nadie.