Tres producciones del Complejo Teatral se presentarán en Madrid como parte de un acuerdo entre los dos gobiernos
El jueves 24 por la noche, el hall de la sala Martín Coronado del Teatro San Martín estuvo poblado de actores, funcionarios, periodistas y gente de la cultura, que asistieron al estreno de...
El jueves 24 por la noche, el hall de la sala Martín Coronado del Teatro San Martín estuvo poblado de actores, funcionarios, periodistas y gente de la cultura, que asistieron al estreno de La verdadera historia de Ricardo III, versión libre sobre Ricardo III, de William Shakespeare; que cuenta con dirección del catalán Calixto Bieito y que protagoniza Joaquín Furriel. Entre la concurrencia, sin embargo, había varios espectadores hablando con el inconfundible acento madrileño. Esto es fácil de explicar: ese mismo día, pero al mediodía, en ese mismo hall, se había anunciado un acuerdo entre el gobierno porteño y el Ayuntamiento de Madrid, por el cual tres obras producidas por el Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA) se presentarán en los Teatros del Canal y otras dos producciones de esa sala -inaugurada en 2009 y ubicada en el barrio de Chamberí- harán temporada el año próximo en el Complejo Teatral.
El anuncio del ciclo Programaciones cruzadas Madrid-Buenos Aires/Buenos Aires-Madrid estuvo a cargo de Gabriela Ricardes, ministra de Cultura de la Ciudad, y Mariano de Paco Serrano, el encargado de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la capital de España. A fines de septiembre y principios de octubre se presentará en los Teatros del Canal la versión de Ricardo III, Sansón de las islas, el texto de Gonzalo Demaría dirigido por Emiliano Dionisi que protagoniza Luciano Castro, y Medida por medida (la culpa es tuya), el elogiado montaje de Gabriel Chamé Buendía.
Como contrapartida, en la sala porteña se presentará en abril de año próximo Numancia, de Cervantes, con dirección del dramaturgo y puestista José Luis Alonso de Santos; y Viaje al amor brujo, montaje del Ballet Español de la Comunidad de Madrid, una coreografía de Olga Pericet, Rafael Estévez y Valeriano Paños en la que realizan su propia versión en base a la música de Manuel de Falla.
El convenio empezó a gestarse cuando ambos funcionarios todavía no ocupaban los roles principales de Cultura en ambas ciudades. “La relación entre los artistas de ambos países es una historia de larguísima data”, recordó la ministra de Cultura porteña. De hecho, esta misma temporada y gracias a una iniciativa por fuera del CTBA pasó por la sala más pequeña de los Teatros del Canal el espectáculo El brote, de Emiliano Dionisi, que fue un verdadero éxito; o este mismo año Paco Zaranda y Eusebio Calonge, piezas claves del grupo La Zaranda, estrenarán una obra en Buenos Aires con elenco local. “He salido de mi casa y he llegado a mi casa”, expresó su par español en sintonía con esta afinidad entre las dos comunidades escénicas que siempre estuvieron en diálogo.
“Queremos que este puente no acabe”, señaló el encargado de Cultura del ayuntamiento madrileño. De hecho, el año pasado ya un montaje nacido y criado en el San Martín, La gran ilusión, una versión del español Lluís Pasqual de la obra de Eduardo De Filippo con actores argentinos, ya llenó la sala principal del teatro español.
El acuerdo con el Ayuntamiento madrileño que implica que algunas producciones del CTBA alarguen su vida y puedan llegar a otros públicos tiene su correlato puertas adentro del país. En noviembre de hace dos temporadas, en la misma sala Martín Coronado, se estrenó Cyrano de Bergerac, el clásico de Edmond Rostand que protagoniza Gabriel Goity, reciente ganador del Martín Fierro de Oro por ese rol protagónico. El montaje hizo temporada en el Teatro Tronador, de Mar del Plata; estuvo hasta hace unos días presentándose en el Teatro Alvear y ahora comienza una gira nacional por Rosario, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
En un apartado con LA NACION, la ministra de Cultura se refirió a esta estrategia. “La idea siempre es darle más vida a nuestras producciones, sea en Madrid o acá mismo -señaló-. En el caso de Cyrano fue al revés de Ricardo III que, desde su anuncio, se comunicó que iba a presentarse en España. Inicialmente no se pensó que Cyrano continuara en cartel luego de su temporada en el San Martín, pero naturalmente comenzó por seguir su ruta”.
-Por la cantidad de actores involucrados seguramente no fue pensada para gira porque, tal vez, se hubiera optado por otra versión con menos intérpretes.
-Es probable, no se sabe. Lo que sí sabemos es que tenemos una clara misión de que los espectáculos giren, tengan más vida y que lleguen a la mayor cantidad de público posible entendiendo que los espectadores migran, que no están en un solo lugar y que las artes escénicas generan trabajo de enorme calidad en un momento en el cual todo es tan efímero.
-Si en el caso del puente con Madrid el acuerdo con ayuntamiento fue clave, ¿en el caso de Cyrano el aliado fue con los encargados del Teatro Tronador?
-Esa sala fue la que tomó la iniciativa de programar en Mar del Plata obras de un perfil diferente al tradicional. Al principio, fue una apuesta que me pareció un tanto alocada aunque coincida. Era complejo de implementar, buscamos la manera y funcionó muy bien en Mar del Plata. A partir de ahí surgió esta gira a cargo del Teatro Tronador, que también era una deuda porque en nuestro país cuesta mucho lograr la circulación de las obras. De alguna manera, Cyrano abre un circuito posible para que quede establecido y otras obras puedan hacer ese recorrido por el interior como por el exterior. Pero todo eso se hace con tiempo, planificación y previsión.
-Las últimas funciones en Buenos Aires de Cyrano fueron en el Teatro Alvear. Esa, sala, a partir de unos días, estará programada por privados durante un mes . No se recuerda que en este período democrático una de las salas del CTBA haya sido alquilada por un mes. ¿Responde básicamente a una cuestión presupuestaria?
-No solamente económica, porque nosotros no alquilamos la sala para cualquiera cosa. Nos cuesta mucho producir música. El Alvear estuvo cerrado por mucho tiempo.
-Casi 10 años por obra de infraestructura.
-Sí, y tiene un año y medio desde su apertura. Se nos generó un hueco en la programación por diversas razones y concatenaciones, el Ballet Contemporáneo del San Martín pasará al Coliseo y no al Alvear, tuvimos esta posibilidad de alquilarlo y nos parecía que no estaba mal. La ley tarifaria para el alquiler de una sala está bien pensada, pone un tope de días.
-Un 20 por ciento en términos anuales.
-Y al Alvear le viene muy bien ser conocido por otros públicos. Después de tantos años cerrado necesita reinstalarse.
-Pero si se piensa de la perspectiva de nuevos públicos, el valor de la entrada se va a los 150.000 pesos.
-En la ciudad tenemos varios dispositivos, como el Pase Cultura, para poder acceder a las entradas. Desde otra perspectiva, es la posibilidad de generar recursos genuinos para un teatro público con un dinero que ingresa directamente al CTBA. En vez de tener una sala vacía durante mes tendremos una sala llena de gente que, además, genera recursos para el teatro y con un artista que nos encanta. No veo contradicción en eso.
-En el mapa de acuerdos internacionales con organismos públicos o con privados locales, con el Teatro Cervantes nunca se pudo coordinar acciones con el CTBA más allá de los colores políticos de turno. ¿Hay posibilidad de algún tipo de convenio?
-Ahora que ellos pudieron poner en marcha al Teatro y desplegar su proyecto para la sala será más fácil llegar a un acuerdo. La relación personal con Gonzalo Demaría, el director de la sala, es muy buena, y a la institucional le estamos encontrando un rumbo.