“Un descubrimiento” en el Malba: quién es el artista cuyas obras se guardaron bajo llave durante un cuarto de siglo
“Esto es un descubrimiento. No solamente queremos buscar los grandes hits, como ...
“Esto es un descubrimiento. No solamente queremos buscar los grandes hits, como Frida Kahlo y Diego Rivera, sino también mostrarle al público cosas diferentes”, dijo a la prensa Eduardo Costantini, uno de los principales coleccionistas de arte latinoamericano del mundo, al presentar hoy a la prensa en el Malba una muestra dedicada a Ulises Beisso.
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No sólo se trata de la primera exposición institucional del artista uruguayo fuera de su país natal, realizada casi tres décadas después de su temprana muerte. Implica además la oportunidad de dar visibilidad internacional a un legado que no logró estímulo ni reconocimiento mientras él vivía, y que permaneció guardado bajo llave durante casi un cuarto de siglo en la casa de su madre.
Esa historia será contada por primera vez a decenas de curadores y coleccionistas internacionales que llegarán a Buenos Aires en los próximos días, para visitar arteba. Y potenciará el efecto de unas setenta obras producidas entre 1982 y 1996, a través de las cuales abordó con gran talento y apertura temas considerados tabú por una sociedad conservadora. Tal como señala en el catálogo Martín Craciun, curador de esta exposición titulada Mi mundo privado, sintonizó con otros artistas de la región -como el paraguayo Feliciano Centurión, figura clave de la escena artística argentina de los 90- por su “sensibilidad queer, la enfermedad y la intimidad como forma de resistencia”.
Lo exhibido en el Malba representa menos de un tercio del total de pinturas, esculturas, dibujos y objetos que produjo sin lograr venderlos, mientras vivía de su trabajo como psicólogo, diseñador e ilustrador. Una de ellas es el retrato de una pareja: Tu y yo representa a Ulises y a su gran amor, Juan Arrospide. Este último protagoniza la película La intención del colibrí, dirigida por Sergio De León, amigo de ambos y heredero de esa pieza. “¿Cuánto tiempo se puede esconder algo? -dice una voz en off en el film-. Esconder una cinta en una valija, esconder una obra en un cuarto, esconder quién uno realmente es”.
Tráiler de la película “La intención del colibrí”, de Sergio De LeónNacido en Montevideo en 1958, Beisso pertenecía a una familia “singular y relevante para la historia cultural y política de Uruguay”, explica Craciun. Su abuelo materno, Carlos Quijano, fue el director de Marcha, uno de los semanarios político-culturales más destacados del siglo XX en el país. Allí se publicaron artículos y ensayos de autores como Juan Carlos Onetti –su secretario de redacción-, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Alfredo Zitarrosa y Luis Camnitzer. En 1967 pasó a llamarse Cuadernos de Marcha, donde Ulises trabajó como diagramador e ilustrador.
“Él escapa de esa sociedad y se va a México dos años, a fines de los años 70 –recuerda Ricardo Ocampo, director de la galería W, que representa su legado-. Estudia en la Escuela La Esmeralda, que le cambia totalmente la pintura. Porque la previa era más parecida a la de Torres García, como todo lo que sucede en Uruguay”.
Lo que siguió fue un colorido despliegue de universos fantásticos que según Rodrigo Moura, director artístico del Malba, “despliegan una vitalidad libidinal y mitológica donde el deseo se manifiesta en el color y la teatralidad”. Por ejemplo en sus Doras y semidiosas, esculturas presentadas ahora en un altar central, que parecen desafiar conceptos como la culpa, la vergüenza y el pecado. O en los modelos para armar que vendía por unos 160 dólares y enviaba por correo desde su “Fábrica de imágenes dorianas”.
Otro hito lo marcó la película Mi mundo privado (1991), dirigida por Gus van Sant, que presta su título a esta muestra. “Desde la perspectiva de un joven uruguayo –observa Craciun-, la posibilidad de ver en la gran pantalla a un protagonista masculino que expresaba afecto, deseo y vulnerabilidad hacia otro hombre resultaba profundamente disruptiva. Ulises deja registro de esta película y del impacto que tuvo en él en sus cuadernos de notas”.
En esos mismos cuadernos registró el impacto artístico que produjo en él visitar en 1995 la muestra de Ross Bleckner en el Museo Guggenheim de Nueva York, ciudad a la que viajaba para tratar el cáncer de páncreas que acabó con su vida. En ese mismo viaje compró el número 38 de la revista Parkett, dedicado a la obra del artista estadounidense. Una fotografía anónima publicada en la página 57, que mostraba a un hombre semidesnudo recostado en una cama, inspiraría su última serie: Imágenes de lo (mi) escondido.
“El pintor recurre a esta imagen una y otra vez, como una suerte de mito de Sísifo recreado en clave de deseo”, observa Craciun sobre estas pinturas incluidas en la muestra del Malba, que integraron la única exposición individual que presenció, y que representan según él “casi un manifiesto último sobre el dolor, el deseo y la enfermedad”. Fue en 1996, en el Cabildo de Montevideo, inaugurada meses antes de su muerte.
Salvo esas obras que quedaron en manos de Juan y otras que regaló a sus amigos, la mayor parte quedó guardada bajo llave en casa de su madre. Con flores y bombones, los tres hermanos de Ulises intentaron convencerla de que, por lo menos, dejara entrar a una fotógrafa para documentar ese legado. No lograron entrar hasta su muerte, en 2019.
Tres años más tarde se inauguró Rara Avis, la primera antológica en el Centro de Exposiciones Subte, en Montevideo, curada por Craciun y Pablo Léon de la Barra. Este último, curador de arte latinoamericano del Guggenheim, tendrá también a su cargo la que abrirá ampliada en mayo próximo en Nueva York. Será en la sede el Instituto de Estudios de Arte Latinoamericano (Islaa), que resguarda el Archivo Ulises Beisso y colaboró para que estas dos fueran posibles.
Para agendar:Ulises Beisso. Mi mundo privado desde hoy a las 19 hasta el 10 de noviembre en Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415)