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Una chica F1: Tate McRae, de sus comienzos en la danza y su paso por la Argentina a la canción para la nueva película de Brad Pitt

Nada más a tono con el estreno de F1, la película que tener a la cantante Tate McRae como una de las intérpretes de su banda de sonido. La vida de Tate va a toda velocidad. Pocos días faltan pa...

Nada más a tono con el estreno de F1, la película que tener a la cantante Tate McRae como una de las intérpretes de su banda de sonido. La vida de Tate va a toda velocidad. Pocos días faltan para que cumpla 22 y tiene el currículum de una persona que podría contar con el doble de su edad.

El fenómeno F1, la película que se estrenó el último jueves en la Argentina, hizo que varios de los que pusieron su voz al soundtrack anticiparan el estreno de sus canciones como singles. Myke Towers lanzó “Baja California”, Rosé publicó “Messy”, la dupla Don Toliver y Doja Cat se unieron en “Lose My Mind”, y Tate hizo lo propio con “Just Keep Watching”.

Con sus primeros pasos como actriz de voz, varios premios en el mundo de la danza y tres álbumes publicados es difícil saber hasta qué punto el fenómeno McRae es algo buscado o simplemente la consecuencia de un crecimiento exponencial que, como otros artistas de su generación, logran desde las redes sociales. Más de 48 millones de oyentes en Spotify, 12 millones de seguidores en TikTok y 6 en Instagram, y 5,93 millones de suscriptores en YouTube. Y nada indica que haya tocado ya su techo de popularidad.

Tate nació el 1° de julio de 2003 en Calgary, ciudad del estado de Alberta ubicada en el centro oeste de Canadá. Entre los 4 y los 7 años vivió en Omán, adonde la llevaron los asuntos laborales de su familia. Allí fue donde comenzó a tomar sus primeras clases de baile, que no tenían para entonces otro fin que no fuera el entretenimiento. Sin embargo, le comenzó a tomar el gusto a esa relación que comenzaba a tener con su cuerpo en movimiento. La vuelta a Canadá implicó nuevos desafíos con la danza contemporánea en un nivel competitivo. De hecho, como sucede con tantos canadienses que intentan probar suerte en los Estados Unidos, Tate compitió en los Dance Awards de Nueva York, donde resultó ganadora en tres ocasiones, en diferentes categorías. En 2013, se impuso en la categoría “Mini”; dos años después en “Junior” y en 2018 en “Teen”. Mientras tanto, le ponía su voz (entre los 10 y los 12 años) al personaje Spot Splatter Splash, de la serie Lalaloopsy.

Su desempeño como bailarina se hizo cada vez más notable. Su carisma y su talento para la danza dieron los mejores resultados. En 2015 consiguió una beca de perfeccionamiento del Ballet Estatal de Berlín después de ganar la medalla de plata como solista y la medalla de bronce por su dúo en el Gran Premio Juvenil de América.

A su regreso comenzó a perfilar su trabajo como bailarina dentro del mundo de las pantallas y la música. Participó en cuerpos de baile para programas como el de Ellen DeGeneres y en giras de Justin Bieber. Pero el gran salto a la fama no fue de manera presencial sino a través de la pantalla de pequeños y grandes dispositivos. Con una voz que suele sonar absolutamente procesada, se ganó un lugar en el mundo de la música pop.

Una chispa

Siete años atrás, su video de “One Day” fue la verdadera chispa que la llevó a la fama. “Hola chicos, soy Tate, hoy haré algo muy excitante para mí. Por si ustedes no lo saben -decía cuando era una adolescente de 14-soy cantante y amo escribir canciones. He descubierto que realmente es algo que amo hacer. Esta canción que les voy a cantar es algo que vino a mi mente anoche. Y la verdad que no sé cómo suena, pero era algo que debía salir de mi. Solo la escribí. No sé de dónde salió ni por qué. Es sobre el amor y yo actualmente no estoy enamorada. He tenido muchos ‘crushes’ en mi vida. Pero ahora solo me concentro en mis pasiones: la danza, el canto y la actuación. No estoy loca por nadie en este momento. Este es mi piano. Lo tengo desde los seis”, decía y confesaba que los papeles verdes que había pegado sobre las teclas eran para identificar las notas, solo que con el paso de los años la tinta se había borrado. También se excusaba por su modesta pericia para el teclado.

Esa transparencia y espontaneidad, y la constante actividad en su cuenta de YouTube, que atrajo millones de vistas, fue lo que a finales de la década pasada llamó la atención de varios sellos discográficos. Finalmente se quedó con una empresa satélite de Sony Music. Pero antes hizo un buen trayecto desde la independencia de su dormitorio, con su teclado, que encendía luces cada vez que presionaba una tecla.

Dos años después del iniciático “One Day”, el maquillaje aumentaba en su rostro y la voz ya comenzaba a tener leves efectos que, luego, con el paso de los años y los discos terminarían escondiéndola en el cortinado musical, no por falta de habilidad para el canto sino para seguir las tendencias de sonido de estos tiempos. “Dear Parents” era una canción que escribió al promediar su adolescencia y que decía: “Dieciséis, con muchas cosas en la cabeza. Tiene algunos amigos, dejó atrás al resto. Pero supongo que eso es lo que pasa. La gente cambia. Estresada, pero siempre está “bien”. (...) Quizás tengan razón: Todo se arreglará con la edad”.

Con apenas 16 ya tenía un gran manejo de sus redes (esa canción que subió en 2019 a YouTube tiene más de 28 millones de visualizaciones), tanto que en el posteo se perfilaba como una compositora a la carta, que pedía a sus fans que le dijeran sobre qué temáticas les gustaría que ella hiciera canciones.

Una mente brillante, ya desde pequeña. Solo pasaron seis años desde ese momento. Pero con tres álbumes publicados - I Used to Think I Could Fly (2022), Think Later (2023) y So Close to What (2025)-, su campo de acción, al menos de manera presencial es mucho mayor del que podía tener desde su cuarto de adolescente, cuando todavía tenía a la danza contemporánea como un horizonte profesional.

Desde el lanzamiento de su primer álbum, o incluso antes, con el estreno de dos EP, tiene un lugar de privilegio en los late night shows de los Estados Unidos, y cuenta con gran aceptación en el mercado musical británico, donde ha tenido performances muy destacadas en festivales y entregas de premios. Incluso, hasta el público argentino la ha conocido personalmente, meses atrás cuando se presentó en la última edición del Lollapalooza, en el Hipódromo de San Isidro. Totalmente consciente de los usos y costumbres locales, supo cómo pasear su esbelta figura, cubierta con un short de leopardo y una camiseta de la selección argentina, con el número 10 estampado, para deleite de ese nuevo público que iba a conquistar.

McRae, en esta corta, vertiginosa y efectiva carrera dentro de la industria del pop, ha hecho muy bien todos los deberes y cumplido con todos los estándares (de hecho, no muestra recursos que la distingan especialmente de otras cantantes) para poder seguir asentando su imagen de diva de la música pop. Y lo mejor que tiene a su favor es que recién el 1° de julio cumplirá 22 años.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/una-chica-f1-tate-mcrae-de-sus-comienzos-en-la-danza-y-su-paso-por-la-argentina-a-la-cancion-para-la-nid28062025/

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