Verano Trippin: un experimento demasiado imperfecto
Verano Trippin (Argentina/2025). Dirección: Morena Fernández Quinteros. Guion: Morena Fernández Quinteros y Juan Cavoti. Fotografía: Luciano Badaracco. Música: Mauro de Tommaso, Juan Gimenez K...
Verano Trippin (Argentina/2025). Dirección: Morena Fernández Quinteros. Guion: Morena Fernández Quinteros y Juan Cavoti. Fotografía: Luciano Badaracco. Música: Mauro de Tommaso, Juan Gimenez Kuj. Edición: Rosario Suárez. Elenco: Miranda de la Serna, Zoe Hochbaum, Lali Espósito, Ariel Staltari, Manu Fanego, Juan Grandinetti, Valentín Wein, Simón Saieg, Brian Sichel. Duración: 70 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 16 años. Distribuidora: Digicine. Nuestra opinión: regular.
Dos amigas, una más osada que la otra, se embarcan en una aventura a todas luces intrascendente, para afianzar un medio de vida, una válvula de escape y, quién sabe, encontrarse a ellas mismas. A ambas se las ve felices con ese viaje, bastante más que a los personajes secundarios, espectadores de una realidad que les es indiferente, que no logra conmoverlos, que les pasa por al lado. Todo esto no solo es la historia que cuenta Verano Trippin, también es la historia de ir a ver Verano Trippin.
La ópera prima de Morena Fernández Quintero parece más un divertimento entre amigos que una película en busca de una platea fiel y empática. Miranda de la Serna y Zoe Hochbaum (también productora del film) forman parte de una fiesta de dos, a la que cuesta integrarse porque continuamente se tiene la sensación de no haber sido invitado.
La historia comienza con Toni (De la Serna) y Lena (Hochbaum), dos amigas que, en pos de ganar dinero para un viaje, pasan de comprar marihuana a venderla. ¿Cómo? Justo uno de los dos amigos que tienen cultiva en su casa. No tardan mucho en convencerlo de sumarse por un porcentaje y, en un parpadeo, comienzan a contar billetes. Pero claro, tanto éxito tiene su contra, y más temprano que tarde se quedan sin materia prima. ¿Problema? Para nada. Porque justo, el otro de los dos amigos tiene el dato de una dealer (que resulta ser Lali Espósito, con un ojo medio caído). Dicha sociedad no es gratis pero, dispuestas a todo, las chicas comienzan a bajar un par de escalones hacia el infierno. No hay mucho más para contar, y casi todo está en el tráiler, salvo dos policías que parecen sacados de un capítulo de Los tres chiflados.
Siendo generosos, hay en Verano Trippin un cruce de varios géneros. Por momentos se hace presente el absurdo, en otros el policial, quizás algo de sátira y hasta algún que otro momento dramático. Todo ello evidentemente intencional y, seguramente, un logro para las responsables de la película. Lamentablemente en los hechos funciona al revés: tanta mezcla redunda en un resultado errático, imperfecto, que nunca termina de hacer pie. Cuando uno cree que el film encontró el tono, lo hecho se derrumba como un castillo de naipes, para dar lugar a otra cosa. Y así ocurre a lo largo de su modesta hora y diez minutos de duración, que incluye dos temas musicales -uno de Intoxicados y otro de Dillom- casi completos, como si se tratara de un videoclip.
Pero no todo es fallido en Verano Trippin. Tanto Miranda de la Serna como Zoe Hochbaum entregan dos actuaciones muy sólidas en su complejidad. La transformación de estas dos amigas, desde una inocencia cuasi adolescente, hasta tomar contacto con un mundo real, complejo y oscuro, es sostenida por ambas actrices de manera ejemplar. Diversión y angustia se transmutan en sus ojos, en sus expresiones, en su cuerpo, haciendo carne del drama que viven sus personajes. Su presencia, sin duda, es el mayor acierto del film; y su trabajo, el esqueleto que mantiene erguido todo el andamiaje narrativo, cuando las decisiones de guion y dirección flaquean.
Verano Trippin es un experimento (o divertimento) imperfecto en más de un aspecto. Tal vez su mayor pecado sea el de haber apostado más a la forma que al contenido, descuidando la solidez conceptual que requiere una historia de este tipo. No es grave, porque también es evidente que la película no tiene pretensión de posteridad. Se trata más bien, como le sucede a las amigas del film, de un aprendizaje a futuro.