Vinilos, jazz y tragos: cómo es el ritual porteño que enamora a los jóvenes
En una ciudad que respira movimiento, ruido y vértigo digital, hay espacios que invitan a hacer lo contrario: frenar, escuchar y dejarse envolver. Se trata de los bares y cafés de vinilos y jazz,...
En una ciudad que respira movimiento, ruido y vértigo digital, hay espacios que invitan a hacer lo contrario: frenar, escuchar y dejarse envolver. Se trata de los bares y cafés de vinilos y jazz, un fenómeno cultural que crece en Buenos Aires y que sorprende porque la mayoría de quienes los frecuentan son jóvenes.
Uno puede imaginarse que en los bares o cafés donde se reproducen vinilos, los clientes frecuentes son adultos y nostálgicos de la época donde este formato era tendencia. Pero, aunque suene paradójico, la mayoría del público son personas menores de 40 años. Lo que llama la atención es: ¿por qué les interesa a los jóvenes este tipo de lugares?
Mateo, un joven de 22 años que frecuenta estos bares, dice a LA NACION: “Lo que más me llama de estos lugares es la posibilidad de escuchar música de una manera distinta. No solamente suena distinta la música en vinilo, sino que además da como otra atmósfera, otra onda. Hay un ambiente muy tranquilo, de mucho disfrute, y poder combinar eso con unos buenos tragos lo hace un muy buen plan”.
Guillermo Quiña, Doctor en Ciencias Sociales, Sociólogo, Docente e Investigador del Conicet, explica este fenómeno y advierte que “el actual contexto de digitalización acelerada de las distintas áreas de nuestra vida social, incluso de aquellas que hacen a las actividades de ocio y recreación, si bien nos amplía los horizontes también nos sumerge en una cierta lógica masificada ante la cual surgen alternativas que parecen ofrecer una experiencia diferente”.
Según el sociólogo, los jóvenes, como elemento más activo y móvil de los consumos tecnológicos, y, por tanto, más impactado por la digitalización de la vida “pueden verse representados como distintos en una suerte de nueva dinámica de distinción en los consumos culturales”.
Quiña cree que es un ámbito donde se propone una escucha diferente, más atenta, que puede representar una pausa respecto de la cotidianeidad, sumamente valorada por quien disponga de tiempo (y recursos) para ello. “Me parece lógico que en ciertas fracciones sociales que tienen la capacidad económica de consumir ese tipo de eventos aparezcan diversas opciones alternativas como modo de diferenciarse de la masividad del consumo musical vía streaming”, asegura Quiña.
“Muchos jóvenes vemos como cierto escape a lo cotidiano de ir a un bar y escuchar música de la actualidad”, opina Mateo. Hay bares que por cómo están ambientados y por la música que se escucha. “Pareciera que uno viaja en el tiempo, y eso me parece superinteresante”, concluye el joven.
Entre los bares más conocidos que se escuchan vinilos se encuentra Gris Gris Bar ubicado en pleno Palermo, en José A. Cabrera 5918. Los discos, exhibidos sobre una biblioteca iluminada con luces rojas, dominan la escena: son el alma del lugar. Su creador, Bruno, músico y coleccionista de discos, comenta que “la idea nació por una necesidad de encontrar un lugar donde la música tuviera un rol fundamental y clave en el clima y ambiente, que no fuera de fondo”. El bar fue concebido para que la gente se siente a escuchar discos.
“Pero con el tiempo terminó convirtiéndose un bar muy social, de roces, donde la gente habla entre ella, se conocen, no es un lugar donde uno se sienta a comer un plato de comida y se va, son espacios de encuentro que generan conexión entre la gente” sostiene el creador de Gris Gris. Cuando abrieron, hace tres años, no había ningún bar de este estilo en la ciudad, lo cual logró llamar la atención del público y de los amantes de la música.
Bimbi-Nilo, ubicado en José León Pagano 2750, Recoleta, es otro de los bares más populares donde se ve este formato. Detrás de una puerta discreta se esconde un bar subterráneo donde el vinilo, la luz tenue y los tragos clásicos crean una experiencia única. Francisco, Patricio y Santiago, sus dueños, cuentan que “hay varias influencias que dieron forma a Bimbi-Nilo, desde bares de escucha que nos volaron la cabeza en un viaje a Japón, pasando por speakeasys (bares o locales clandestinos que operan de manera oculta), lounges sesentosos, hasta las históricas barras de hoteles icónicos, todo en pos de generar un ambiente cálido con buena música, buena coctelería y, sobre todo, buena compañía”.
Los fundadores de 29 años afirman que la respuesta del público fue sorprendentemente positiva, por lo que están muy agradecidos. “Ver a la gente disfrutar de la ambientación, la luz tenue y los sillones bajos nos confirma que logramos generar un clima cálido e íntimo. El espacio reducido potencia esa intimidad, y la música juega un rol clave en el ambiente: puede llevarnos del romanticismo a la euforia, de la nostalgia al deseo de bailar”, aseguran.
En la escena también destaca Victor Audio Bar, una apertura reciente que no pasa desapercibida. Es un listening bar con alma neoyorquina, ambientado en la era dorada, que combina coctelería clásica, cocina y una cuidada selección musical para ofrecer una experiencia completa. Este nuevo spot en Soler 5130, Palermo Soho, se perfila como un destino obligado para quienes buscan disfrutar con estilo. La cabina de DJ recibe a distintos artistas de martes a sábado que aportan su estilo musical, generando el clima sonoro del lugar. Al cruzar la puerta de entrada y las cortinas que resguardan el interior, se puede ver una rockola moderna con auriculares que permite a los asistentes seleccionar y disfrutar su propia música de forma individual.
A diferencia de otros bares de este estilo, en este espacio también se puede bailar: el público se levanta de sus asientos, se mezcla con el resto y se deja llevar por el ritmo. Nicolas Cota, su DJ residente de todos los sábados, con más de 20 años en el rubro, dice: “El vinilo es un elemento visual con mucha mística que llegó para quedarse, lo mecánico atrae a la gente, yo suelo jugar con los estilos y las épocas, generando climas con un sentido”. A pesar de que las canciones reproducidas tienen más de 40 años, sorprende ver jóvenes de 20 a 30 años bailando y disfrutando temas de Bee Gees o Pet Shop Boys.
Otra apertura reciente, pero en forma de café, es Watt Coffee, ubicado en Chile 980, San Telmo. Al fondo del exgalpón, ahora convertido en café, se ve una estantería con una colección y una bandeja de vinilos donde los clientes pueden elegir el disco que quieren escuchar. Agustín y Rocío, los dueños de este bar afirman que el público porteño responde muy bien a la propuesta y la interactividad que les brindan: “Que puedan chusmear y elegir el vinilo que quieran escuchar se torna muy personal y da lugar a charlas que de otra manera no sucederían”. Por ende, la posibilidad de elegir qué escuchar y explorar la colección genera una experiencia personalizada que fomenta el diálogo y el encuentro, transformando el acto de escuchar música en un momento compartido y significativo.
“Creemos que estos espacios cumplen un rol cultural muy importante, más allá de lo gastronómico. Son lugares donde se generan encuentros, se comparten ideas, sensibilidades, música, arte, donde uno puede expresarse, inspirarse o simplemente conectar con otros desde lo cotidiano”, sostienen los dueños de Bimbi-Nilo.
Estos espacios, al poner el foco en el ritual de la escucha, con vinilos, sonido analógico y sesiones curadas, invitan a vivir la música como una experiencia activa, y no como un simple fondo. “Son lugares de encuentro que le hacían mucha falta a Buenos Aires, que generan conexión y roces entre la gente”, asegura Bruno de Gris Gris Bar.
En estos lugares hay una tendencia a la escucha del jazz, un género que no es popular, pero que, sin embargo, estos eligen. “Hay una preponderancia por el jazz, soul, fusión, instrumentales y una cierta afinidad por la electrónica, downtempo, acidjazz a medida que avanza la noche”, comentan los dueños de Bimbi Nilo.
Bruno, dueño de Gris Gris Bar, da sentido a esta tendencia: “La música predominante para la hora de la cena es el Jazz o Easy Listening que es un género musical de Estados Unidos de los años 50, de la era dorada de Hollywood, que es una música exótica”.
Aunque las ventas físicas de música en la Argentina vienen cayendo de forma sostenida, los vinilos han logrado destacarse como la opción preferida por los aficionados a la música. En 2024, según la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif), concentraron el 69% del total de ventas físicas, superando una vez más al CD, que mantuvo un 31 % de participación. El vinilo no solo ha resistido, sino que ha expandido su presencia año tras año, impulsado por su valor cultural, estético, coleccionable y su sonido distintivo.
En un mundo donde lo inmediato y lo digital dominan cada aspecto de la vida cotidiana, los bares de vinilos y jazz de Buenos Aires se convierten en pequeños refugios donde la pausa, la escucha activa y el disfrute compartido encuentran un espacio. Son lugares donde la música se convierte en ritual y donde cada disco que suena invita a conectarse con uno mismo y con otros, creando comunidad a través del arte. Este fenómeno no solo revitaliza el paisaje cultural porteño, sino que muestra que, incluso entre las nuevas generaciones, existe un deseo profundo de reconectar con lo auténtico, con el momento presente y con la magia irrepetible de cada canción que gira en una bandeja.