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“Papa Francisco”: el barrio chaqueño que entró en pausa con la caída del clan Sena

RESISTENCIA, CHACO.- De la lluvia que cayó con insistencia en los últimos días, en el barrio...

RESISTENCIA, CHACO.- De la lluvia que cayó con insistencia en los últimos días, en el barrio Papa Francisco quedó registro en la entrada de casi todas las casas. También en la plaza central y en los muchos baches que exhibe un asfalto “descuidado”, que se extiende por buena parte de la más de 20 manzanas del vecindario.

Todavía faltan horas para la siesta, pero el vecindario que Emerenciano Sena, a escasos 5 kilómetros del corazón de Resistencia, ordenó y desordenó junto a su familia durante más de una década, parece anestesiado. Algunos vecinos preparan el fuego para el mediodía; otros toman mate en su reposera.

No hay rastros visibles de proselitismo. Tampoco la huella de referentes políticos. Ni un solo cartel o referencia a Jorge Bergoglio, en cuyo honor se modificó el nombre del barrio, que pasó a llamarse “Papa Francisco”, en lugar de “Emerenciano”.

Otro lugareño confirma la nueva nomenclatura, pero descree que el barrio vaya a cambiar alguna vez de nombre.

El exdirigente social, su pareja Marcela Acuña y César, el hijo de ambos, aguardan el juicio oral por la desaparición y presunto homicidio de Cecilia Strzyzowski, el caso que conmovió a la provincia de Chaco en 2023. Los tres están detenidos desde junio de aquel año. El barrio que construyeron parece que también.

“Los camiones ya no vienen a construir como antes”, compara un vecino, aunque sin melancolía. “El asfalto está descuidado”, describe otro.

De la mano de Acuña, una militante socialista, Emerenciano Sena logró que su movimiento brindara todas las prestaciones sociales de un Estado benefactor: casa, salud, trabajo, seguridad y educación en todos sus niveles.

El costo de todo ello, según el relato de vecinos con los que dialogó LA NACION, era subordinar la voluntad de uno a la de la familia Sena. “No tenías horarios, sino obligaciones”, retrata un vecino.

Los recursos para poner en movimiento al barrio corrían por fuera del organigrama estatal. Llegaban a través de “Saul Acuña”, una asociación fundada por el padre de Marcela, según reconstruyen dos fuentes que conocen el vecindario por dentro.

Hoy, el barrio atraviesa un proceso de formalización. “El estado nos reconoció, pero todavía no nos dio documento”, grafica un trabajador del Centro de Salud, donde alguna vez trabajó Cecilia.

La voces consultadas aseguran también que Emerenciano, un exalbañil, mantuvo drogas y armas por fuera de los límites del barrio; límites que fue ampliando lentamente, ladrillo a ladrillo, repartiendo trabajo y dinero. La expansión fue siempre acompañada de profusa cartelería socialista, la impronta de Acuña.

Así, el exalbañil y la militante convirtieron al barrio -algunos dicen que su verdadero hijo- en un centro de referencia ineludible en la zona.

El abrupto giro se produjo “cuando pasó lo de Cecilia”; un antes y un después en la historia social y política de la provincia.

La caída de los Sena, de visibles y reconocidos lazos con el exgobernador peronista Jorge Capitanich, puso en pausa al barrio Emerenciano, pero también marcó de manera anticipada el inicio de un sostenido proceso de decaimiento en las organizaciones sociales.

Con la llegada del gobierno de Javier Milei, en diciembre de 2023, todas ellas fueron sometidas a una asfixia de recursos. También quedaron arrinconadas frente a la opinión pública por algunas causas judiciales, como la que tiene al Polo Obrero como cara visible.

A diferencia de otros movimientos de alcance nacional, el de Sena, conocido simplemente como Movimiento Emerenciano, había logrado hacer que la vida de los vecinos dependiera por entero de su estructura, tal como la propia Cecilia le confió en una charla íntima a una amiga, luego del primer episodio de violencia que sufrió con César, su pareja. “Todo, hasta mi trabajo depende de él”, se lamentó, según reconstruye la periodista Anabella Messina en su libro “Cecilia”.

Los Sena tenía la barrio en un puño. Las represalias, incluso, llegaban cuando se elegía no someterse al yugo de la familia. Cuanta a LA NACION una persona que trabajó en el barrio que, a los pocos días de rechazar una casa que le ofreció la propia Marcela Acuña en el barrio, le robaron la moto. “No la recuperé nunca más”, comparte.

Fuentes que conocen la zona coinciden en que las prácticas de aquel viejo orden se extinguieron. Hoy, en el barrio Sena no manda nadie. Sin embargo, pese a que se retiró el puño rojo que anunciaba el ingreso al vecindario, lo nuevo no termina de nacer, y en la cartelería del barrio, sus murales y hasta en su nombre de pila, quedan los resabios del clan Sena.

También en viejos cabecillas —hoy reconvertidos en vecinos rasos—, que se ilusionan con un retorno que les reponga sus antiguos sueldos, tres o cuatro veces por encima de la media, según cuentan vecinos de la zona.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/papa-francisco-el-barrio-chaqueno-que-entro-en-pausa-con-la-caida-del-clan-sena-nid12052025/

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