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La memoria hecha un meme

En el Imperio Romano se instituyó la figura de damnatio memoriae, que consistía en borrar de la memoria pública a figuras consideradas traidoras o enemigas del Estado. Un castigo especialmente c...

En el Imperio Romano se instituyó la figura de damnatio memoriae, que consistía en borrar de la memoria pública a figuras consideradas traidoras o enemigas del Estado. Un castigo especialmente cruel para quienes aspiraban al reconocimiento público.

De ahí que sus antecedentes se remonten al antiguo Egipto y que la figura persista en los tiranos que siempre intentan eliminar sus opositores de la historia. La contracara es que sus propios monumentos suelen ser derribados en cuanto los tiranizados perciben que el tiempo, que todo lo corroe, desgastó el poder que sustentaba su despotismo.

De la costumbre viene ese estribillo que daba por cierto que la memoria la escriben los que ganan. Pero si alguna vez fue el senado romano quien decidía el recuerdo y el olvido, ahora cualquiera puede rescatar lo que alguien quiso ocultar y convertirlo en memoria. O, peor, en meme, esa insolencia anónima que desafía la autoridad que decidía la historia.

La memoria no es solo lo que se conserva, sino también lo que se intenta suprimir

No es extraño que la indignación más elocuente frente a la efervescencia digital provenga del cenáculo político e intelectual que durante siglos monopolizó el privilegio de decidir qué merecía ser recordado. Las redes sociales son pródigas en evidencias que de otra manera se hubiera sustraído del tribunal de la memoria.

Lo incómodo de estos tiempos es que cualquier fulano opina sin pedir permiso a las autoridades del saber. Nadie vio venir estas hordas que rebuscan con impudicia en el desván colectivo para desenterrar momentos condenados al olvido. O protegidos por él.

La neurociencia confirma que la memoria humana es arbitraria e incompleta. El científico Rodrigo Quian Quiroga ha confirmado lo que decía aquel poema de Borges que empieza con “Solo una cosa no hay, y es el olvido”. Hace poco explicaba que olvidamos más que lo que recordamos.

La ciencia viene a desmentir la preocupación que tenía Umberto Eco sobre la imposibilidad del olvido. En una entrevista de 2015, publicada póstumamente, había advertido que la memoria electrónica podía desafiar la amnesia que consideraba base del progreso.

Este estudioso de los signos contemporáneos sostenía que la memoria no es solo lo que se conserva, sino también lo que se intenta suprimir. Y que la actual crisis de la memoria pública y privada tenía que ver con una nueva forma de memoria que se agrega a la orgánica, humana, y a la letrada que llamó memoria vegetal por la pulpa de los libros.

Ahora lidiamos con la memoria mineral, por el silicio que contiene el acervo digital. Lo que no llegó a ver Eco es que respondería a la velocidad de la computación cuántica que conecta puntos que no entraban en la misma enciclopedia. Este recuerdo compulsivo convierte la institución de la damnatio memoriae de castigo por olvido a condena a no poder olvidar.

La memoria digital es una recidiva insidiosa, impertinente. Las sentencias pueden condenar a los buscadores a eliminar enlaces que conducen a registros inconvenientes. Pero suprimiendo el archivo, siempre quedará la conversación que generó, la cobertura que hizo la prensa, los memes con que la sociedad procesó el asunto.

Quien peor lleva el asunto es la política, que se pasó las últimas décadas grabándose a sí misma, convencida de que lo que necesitaba era la exposición a cualquier costo y en cualquier medio. Aquello que pensaban iba a darle la gloria en la posteridad se convirtió en el combustible de su infierno.

No es el meme la causa del desprecio, sino el síntoma que expresa la arbitrariedad de la memoria. No es la estatua lo que queda del prócer, sino el grafiti que le pinta una cara de payaso que da cuenta que el bronce no garantiza el respeto. El metal monumental y la memoria mineral fungen, también, como soporte del desprecio.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/la-memoria-hecha-un-meme-nid03082025/

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