Paro en el Hospital Garrahan: “Tengo 12 años acá, formo parte de un equipo de trasplante, y no llego al millón de pesos”
El Hospital Garrahan amaneció distinto. El hall central, habitualmente un lugar de tránsito apurado de médicos, técnicos y familias que van y vienen con la ansiedad a cuestas, se convirtió en ...
El Hospital Garrahan amaneció distinto. El hall central, habitualmente un lugar de tránsito apurado de médicos, técnicos y familias que van y vienen con la ansiedad a cuestas, se convirtió en un espacio de protesta. Carteles improvisados con fibras negras sobre cartón y algunas banderas de agrupaciones gremiales o de autoconvocados mostraban el pulso del reclamo, mientras que grupos de profesionales intercambiando opiniones llenaron de un clima inusual a la entrada de Combate de los Pozos. Allí, los trabajadores del hospital pediátrico comenzaron un paro activo de 48 horas que alteró la dinámica de la institución más emblemática de la salud infantil en el país.
En el hall se mezclaban médicos, instrumentadoras, enfermeros, camilleros y nutricionistas, entre otros especialistas. Muchos sostenían pancartas que hablaban de salarios de miseria frente a responsabilidades vitales. Otros se encargaban de convocar al “ruidazo nacional” previsto para esta noche a las 20. El reclamo es claro: rechazar el veto presidencial a la ley de emergencia pediátrica, que contemplaba un refuerzo presupuestario y mejoras salariales para el Garrahan.
A ese malestar se sumó la defensa del financiamiento universitario, también vetado por el Ejecutivo, en un reclamo conjunto entre hospitales y universidades que confluyen bajo una misma consigna.
Pilar Ballestero, instrumentadora quirúrgica e integrante del equipo de trasplante renal. Pilar explicó con voz serena, pero firme, la magnitud de la contradicción: “Soy licenciada, tengo 12 años en el hospital y formo parte de un equipo de trasplante, y sin embargo hoy mis dos primeros ítems de sueldo suman apenas 600.000 y 400.000 pesos. No llego al millón. Es insostenible”.
La paradoja se acentúa cuando describe la responsabilidad que carga en cada intervención quirúrgica: “Yo soy la que hace, por ejemplo, el conteo de gasas. Si una gasa queda dentro de un paciente, es mi responsabilidad. Y con esa carga, con ese nivel de responsabilidad, el sueldo que recibimos es indigno”.
Sus palabras reflejan un sentir extendido: el malestar brota por años de malos salarios. Un problema que se arrastra hace tiempo pero que alcanzó un punto de quiebre con la situación actual. “Terminó la pandemia y firmamos una paritaria del 7%. Desde entonces los aumentos nunca superaron el 2% y ahora llegamos a un punto de inflexión. Es un arrastre que nos llevó a este límite. La ley de emergencia pediátrica que fue vetada nos daba un 70% de aumento, algo que hubiera empezado a reparar esa deuda histórica”, contó Ballestero.
El paro, sin embargo, no implica un cierre absoluto. El Garrahan sigue latiendo, aunque con ritmo distinto. Pasillos que suelen estar atestados lucen semivacíos, los consultorios centrales cancelaron turnos que podían esperar, y en los quirófanos solo se sostienen las urgencias inaplazables. “Esto no es una fábrica”, remarcó Norma Lezana, nutricionista y secretaria general de la Asociación de Profesionales y Técnicos (APyT).
“Hay situaciones en las que no se puede parar: una quimioterapia que ya comenzó, una transfusión o un tratamiento para una talasemia no se suspenden. Son procesos que tienen sus tiempos y protocolos que debemos respetar”, completó.
Lezana subrayó que, aun con esas limitaciones propias de un hospital de alta complejidad, la adhesión fue significativa. “El hospital funciona con servicios mínimos. Todo lo que se pudo reprogramar con anticipación, como cirugías o turnos de consultorio que no eran urgentes, se reprogramó. Pero lo urgente se sostiene”. Esa fórmula, la de un paro activo, define la modalidad: la presencia de los trabajadores en el hospital es parte del mensaje. “La vocación de quienes están acá va más allá del reclamo”, dijo Lezana.
Actividades y marchaLa jornada se estructura como un mosaico de actividades colectivas. Conferencia de prensa a las 11.30 y una marcha desde el Congreso de la Nación hasta la Plaza de Mayo a la tarde. Está previsto congregarse a las 15.30 y llegar a las 17 a la Casa Rosada. Y, por último, a la 20 se hará un ruidazo nacional.
El conflicto excede al Garrahan. La protesta de un hospital nacional de referencia se une con la de las universidades públicas. Los gremios de la salud y los rectores universitarios decidieron articular un reclamo conjunto frente al veto presidencial a las leyes de financiamiento universitario y de emergencia pediátrica. La convergencia tendrá su expresión más clara en la marcha que harán el día que se voten los vetos presidenciales en el Congreso, que podría ser el próximo miércoles.
“Estamos en repudio al veto de la ley de financiamiento universitario y de la ley de emergencia de salud pediátrica. Pedimos a los diputados que traten ambos vetos juntos, de manera rápida y urgente”, reclamó Lezana.
El presidente Javier Milei vetó la ley N° 27.796, que había sido sancionada por amplia mayoría el 22 de agosto. El texto reconocía al Garrahan como hospital de referencia nacional y establecía un refuerzo presupuestario, una recomposición salarial y la asignación prioritaria de insumos críticos durante un año. El veto, formalizado mediante el Decreto 651/2025, dejó sin efecto esas disposiciones.
El Gobierno argumentó que la norma carecía de financiamiento genuino, que su redacción era ambigua y que creaba distorsiones salariales. También objetó la exención de Ganancias para el personal, que según sus cálculos implicaba una pérdida de más de 115.000 millones de pesos. La Oficina de Presupuesto del Congreso, en cambio, había estimado un costo de 65.573 millones.
Mientras tanto, en el hall del hospital, las escenas se multiplican: médicos conversando en ronda, técnicos colgando nuevas pancartas, trabajadores de distintas áreas organizando los próximos pasos.
Lezana advierte que lo que ocurrirá hoy es un anticipo: “Hoy habrá una marcha más pequeña, de un sector. La gran movilización que queremos construir será el día en que se trate la ley. Aspiramos a que haya una amplitud de sectores y que la CGT se sume, porque este es un reclamo de la universidad y del Garrahan, pero también de toda la sociedad”.
En ese clima, Ballestero vuelve a insistir en la paradoja de fondo: un hospital de excelencia que se vacía de profesionales por sueldos insuficientes. “Antes, este era un hospital que elegían los mejores profesionales. Hoy, para muchos, solo es posible si tienen una banca económica detrás o si lo hacen por pura vocación. Pero el hospital se está desmantelando”, advirtió.