Una heroína gótica de la vida real
“¿Por qué no nací hombre? O simplemente, ¿por qué nací?”. Las palabras de María, un nombre probable para la mujer universal, todavía resuenan entre algunas de las más demoledoras de la...
“¿Por qué no nací hombre? O simplemente, ¿por qué nací?”. Las palabras de María, un nombre probable para la mujer universal, todavía resuenan entre algunas de las más demoledoras de la historia de la literatura: se escribieron en 1797 pero siguen vigentes. Encerrada en un manicomio a pocas millas de Londres aunque fatalmente lúcida, recuerda cómo fue explotada por su marido, que se casó con ella por el dinero de su familia, y cómo él la obligó a prostituirse antes de quitarle a su hija. La desgracia es cosa resistente. La violencia que sufrían las mujeres en el siglo XVIII aún sucede en esta época y por eso, la reedición de María o los errores de la mujer, la novela gótica de Mary Wollstonecraft que ahora vuelve a las librerías, delata que si veinte años no es nada, doscientos tampoco.
Suma sacerdotisa del feminismo, Wollstonecraft fue una rebelde sin pausa. En 1792, la publicación de su célebre “Vindicación de los derechos de la mujer” provocó un escándalo que sacudió los cimientos del reinado de Jorge III y cinco años después se casó con el filósofo William Goodwin, con quien tuvo una hija: Mary Shelley, la futura creadora de “Frankenstein”
Suma sacerdotisa del feminismo, Wollstonecraft fue una rebelde sin pausa. En 1792, la publicación de su célebre Vindicación de los derechos de la mujer provocó un escándalo que sacudió los cimientos del reinado de Jorge III y cinco años después se casó con el filósofo William Goodwin, con quien tuvo una hija: Mary Shelley, la futura creadora de Frankenstein. El moderno Prometeo de Wollstonecraft era el debate, que azuzó con el fuego de su inteligencia y su sensibilidad porque fue una polemista famosa y una reformadora social, la gran pionera en la defensa de los derechos humanos. En María o los errores de la mujer, la protagonista y su cuidadora, la enfermera Jemima, cuentan en primera persona los sufrimientos de las mujeres sometidas a sus padres, sus maridos o sus patrones. “Los agravios de la mujer, como los agravios de la parte oprimida de la humanidad, pueden ser considerados necesarios por sus opresores”, escribió en el prefacio de la novela: “Pero seguramente hay unos pocos que se atreverán a adelantarse a su tiempo, y conceder que mis esbozos no son la aberración de una fantasía perturbada ni las figuraciones de un corazón herido”. Los tormentos de ellas se comparan con las casas del terror y los castillos llenos de espectros y quimeras, pero se quedan cortos: son peores.
Encarnada en el papel de una heroína gótica de la vida real, Wollstonecraft murió después del parto de su hija y la novela quedó inconclusa. Un año más tarde, su marido publicó la obra con algunos apuntes de ella, lo que permite imaginar un final posible: los párrafos inacabados, las frases a medio terminar y las aclaraciones entre corchetes pueden irritar al lector maníaco aunque no arruinan el sentido general de la obra. Al contrario. La historia sin final habilita la parábola metaliteraria, un cuento de la buena pipa sin conclusión ni moraleja que todavía se narra hoy, cuando las mujeres siguen luchando por la liberación y el mundo parece haberse vuelto oscurantista y reaccionario. Algunos tienen sueños húmedos con los manicomios de la locura del rey Jorge.
Mientras se pregunta qué le tiene reservado el futuro, se rebela ante una certeza: su vida habría sido mucho más fácil si hubiera nacido hombre
La cabeza de María es “la mansión de la desesperación” y su alma, “la más terrible de las ruinas”. Sin embargo, su dignidad la redime. “No debo permitir qua la fortaleza que tan difícilmente he adquirido se vea socavada por un lamento inútil”, concluye con presencia de ánimo y entonces, mientras se pregunta qué le tiene reservado el futuro, se rebela ante una certeza: su vida habría sido mucho más fácil si hubiera nacido hombre.
ABCA.Nacida en Londres en 1759, Mary Wollstonecraft fue una mujer libre: vivió en París durante la revolución y tuvo dos hijas, una de ellas fuera del matrimonio.
B.En 1797 escribió su novela más radical, María o los errores de la mujer, que quedó inconclusa por su muerte tras el parto de su hija, Mary Shelley.
C.Ahora vuelve a las librerías, con los últimos capítulos reconstruidos a partir de apuntes que permiten esbozar alguna idea de final para la historia.