La arquitecta de ideas y diseñadora conceptual mendocina que se destaca por sus sillas en Berlín
Aplicó para una posición muy requerida en un estudio de arquitectura icónico de Berlín y quedó. A los dos años, después de ponerle el cuerpo al trabajo soñado, renunció para iniciar una b...
Aplicó para una posición muy requerida en un estudio de arquitectura icónico de Berlín y quedó. A los dos años, después de ponerle el cuerpo al trabajo soñado, renunció para iniciar una búsqueda introspectiva. Esa exploración fue el punto de partida de la usina de ideas y proyectos que conjuga en tiempo presente Aldana Lorenzo. La arquitecta de 34 años nació en San Rafael, Mendoza, se graduó en la Universidad Nacional de Córdoba, vivió en Buenos Aires, estudió inglés en Londres y voló a Madrid para sondear su performance en otras latitudes. Pero la pandemia reconfiguró su agenda. Y mientras enviaba su portfolio –aunque su casilla de correos no arrojara notificaciones– empezó a diseñar una silla.
“A ver cuán arquitecta soy”, cuenta Aldana Lorenzo sobre el objeto icónico preferido de la disciplina. El ser arquitecta es algo más que un título que hoy la volvió a ubicar en el mismo estudio al que renunció, el prestigioso Bollinger + Fehlig Architekten BDA, con 25 años de trayectoria. Aunque no habla del todo bien alemán, Aldana se desempeña como el nexo entre los CEOs y los distintos proyectos. “Cuando el concepto es claro, no importa el idioma”, sentencia.
Para ella ser arquitecta implica una investigación constante sobre los espacios del habitar. “Mis proyectos están orientados en esa dirección, la de investigar cómo se habitan los espacios y objetos, el propio cuerpo, la música, una expo”, señala mientras se arremanga para mostrar el tatuaje de una casa “común” que lleva en la parte interior de su brazo izquierdo.
“Sentir el habitar como concepto en sí mismo, como un puente entre lo que existe y lo que no”, agrega Lorenzo, que acaba de exponer otro de sus diseños en la Semana de Diseño de París. En tren desde Berlín y con su criatura en la mano, llegó a París con el taburete Spiral Tool, que compartió espacio junto a 12 diseñadores argentinos en la muestra que se desarrolló en la Galería Joseph, un laboratorio creativo ubicado en el corazón del barrio Les Marais. La expo de diseño argentino fue impulsada por la Agencia de Inversiones y Comercio Internacional.
“La consecuencia de mis últimas indagaciones sobre la relación que tenemos con nosotros mismos”, apunta sobre el diseño que encierra otra analogía: se puede usar tanto en interiores como en exteriores. Realizado en pino y con acabado metálico, funciona como un llamado, un recordatorio físico “de la importancia de la introspección, el crecimiento personal y la continua evolución de nuestra comprensión y conexión con el mundo que nos rodea”.
El taburete también se presentó en la última semana del diseño de Milán y en la de Viena, donde instaló nueve espirales de distintos colores en la habitación vacía de un hotel. Además, las sillas que diseñó durante la cuarentena madrileña llegaron al prestigioso festival 3daysofdesign (Tres Días de Diseño), de Copenhague. “Apliqué y cuando me confirmaron no lo podía creer. Los fundadores son tremendos diseñadores, los admiro. Esa instalación fue muy especial, resumió el proceso que me atraviesa y me interpeló a cuestionarme algunas cosas”, confiesa.
Por ejemplo, se preguntó porqué durante casi dos años se levantaba a las 4 de la mañana para ir a trabajar a una panadería. “Me conectaba con mi abuela pastelera”, dice hoy Aldana, que recuerda las trasnoches compartidas tomando nota de las recetas de Utilísima: “Era por la única razón que me dejaban acostarme más tarde”. Su abuelo carpintero también talló su perfil. “Ingenioso, creativo y divertido. Evaristo me cautivaba por su excelencia”, dice Aldana, que cuando tuvo que elegir un nombre para su estudio no lo dudó: ISTO Studio, en su honor, es su carta de presentación, puro adn de creatividad transmitida de generación en generación. Esa huella que la llevó de Argentina a Berlín –previa pasantía y trabajo en el estudio porteño Monoblock—también la tiene grabada en su piel.
Mientras disfruta sus días en el barrio de Neukol, caracterizado por la diversidad y la multicultura, prepara sus próximos desembarcos. El primero, un evento performático que incluye cenas privadas musicalizadas por DJs latinos. “Allá está muy de moda el formato del supper club, un encuentro informal en un jardín de una casa o un bar, con mesas compartidas, música, tacos y ceviches, tal vez flan. Porque los latinos que vivimos afuera también queremos bailar nuestras canciones”, se ríe.
De Berlín le gusta, sobre todo, “la versatilidad, la oferta multidisciplinaria, la libertad y la sensación de anonimato. Nadie me dice nada si me tiño el pelo de rojo”. El color que lleva ahora, encierra una decisión cromática, pero también una necesidad: la de diferenciarse, al menos un poco, de Valeria, su hermana melliza que también vive en Berlín y se dedica a la administración de empresas. Tania, su hermana mayor instalada en Barcelona es publicista. “Como nos llevamos apenas dos años por momentos parecíamos trillizas”, comenta sobre el entramado familiar: la madre directora de escuela y ceramista, y el padre, comerciante.
Aldana diseña su propio futuro, cuestiona su presente y explora el espacio en función de encontrar las claves de las nuevas formas de habitar. Hoy se define como diseñadora conceptual, una construcción que le permite delinear su identidad. Ni tan técnica ni tan pastelera, dice. “Me siento cómoda en el rol de una arquitecta de ideas. La disciplina me dio herramientas, estructura. Y como me interesan veinte mil cosas necesito cierto orden para acomodar las ideas”, se aclara a sí misma.
Para el 2026 proyecta junto a otros diseñadores una experiencia inmersiva en Milán, de formato colaborativo, que indague sobre distintas narrativas de un objeto en un espacio despojado, puro. “Una expo mutante donde el objeto se revela en el momento, sin anticipación en las redes”. Un desafío más que invita a descubrir su manera lúdica de entender el habitar.