Maricel Pereyra, la “10″ de la selección argentina: de aquellos viajes complicados al sueño mundial
La vida de Maricel Pereyra no es la mismo sin fútbol. Con apenas 23 años, ya disputó dos Copas América -en ambas quedó tercera con Argentina- y usa la camiseta número 10 de la selección que ...
La vida de Maricel Pereyra no es la mismo sin fútbol. Con apenas 23 años, ya disputó dos Copas América -en ambas quedó tercera con Argentina- y usa la camiseta número 10 de la selección que este viernes empieza su camino en la Liga de Naciones, las eliminatorias para la Copa del Mundo de Brasil 2027, contra Paraguay, en el estadio de Argentinos Juniors (desde las 20, televisa AFA Estudio).
Sin embargo, uno de los clicks de su carrera lo hizo frente a una mala noticia. En 2023 el entrenador Germán Portanova la llamó para avisarle que no iba a contar con ella para el Mundial. Le marcó puntos a trabajar para el futuro. “Fue muy triste, porque era mi sueño. Bueno, lo sigue siendo. Lo había dado todo. Germán me dijo que tenía que ser más agresiva, mejorar la fuerza, que mis pases sean más punzantes. Y lo tomé. Cuando tengo tiempo, trabajo aparte para seguir mejorando”, dice la mediocampista de San Lorenzo.
Los entrenadores que la tuvieron destacan de Pereyra ese rasgo: no detenerse en el error, sino modificar acciones para superarlo. Resaltan su comprensión del juego. Con la “10″ en la espalda se mueve por el centro del campo, el lugar que eligió desde que empezó a jugar con varones en el barrio Los Pinos, en Villa Luzuriaga, La Matanza. La calle Remedios de Escalada era su potrero: ahí, con su hermano tres años mayor, ponían cascotes que hacían de arcos y jugaban mientras su mamá trabajaba de empleada doméstica y su papá cumplía su turno en un restaurante en Once. “Mi mamá no quería que jugara, pero le insistí y me llevó al club de barrio, 25 de Mayo, donde me formé. Y a los chicos los sigo viendo todo el tiempo, por acá. Ninguno llegó a dedicarse al fútbol, algunos jugaron en Almirante Brown, acá en Casanova, pero no más que eso. Y otros se perdieron”, cuenta.
A los 13, cuando le dijeron que no podía jugar más con varones, Maricel pasó a Estrella del Oeste, donde jugó con chicas por primera vez. Pero estuvo apenas un año, hasta que 25 de Mayo abrió el fútbol femenino. Desde ahí dio el salto a San Lorenzo, donde lleva casi una década. “Al principio me llevaba una familia del barrio, porque acompañaba a su hija. Pero esa chica dejó de ir, ahora creo que fue mamá. Y yo seguí. Tuve que aprender a viajar sola. No sabía. En todos estos años de viajes, a veces volvía muy tarde porque antes también jugaba Futsal en el club. Y bueno, me robaron de todo. Tengo muchas historias... Viajando me robaron celulares, botines. Pero hay recuerdos lindos también. Siempre se me pasaba el viaje rápido, iba escuchando música”, dice.
-¿Y en la cancha cómo te sentís? ¿de interna, enganche, número 5?
-Me gusta jugar en el medio, de 5 o interna. Ahora me están poniendo más por afuera, en San Lorenzo y en la selección los técnicos sienten que le doy más claridad a los ataques. Pero a mí me gusta el medio. Me siento mas cómoda, jugar, ver el juego.
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-¿Tenés alguna referente?
-Siempre miré a Eli Medina (ex jugadora de San Lorenzo, multicampeona en el club en Futsal), su estilo. Me gustaba mucho. Ella era más enganche, pero la seguía por cómo mete pases filtrados, los centros, cómo controlaba, cómo maneja la pelota parada, la pegada.
-¿Y en la Selección?
-Germán usa un 4-4-2 y me pone más por fuera. Pero voy a jugar donde me ponga. me adapto a lo que él me pide, al funcionamiento. Soy rápida para leer cómo quiere jugar y lo escucho bastante.
-¿Pesa usar la 10 de Argentina?
-Me lo tomo tranquila, sé que se la estoy cuidando a Dalila (Ippolito) para cuando vuelva. Sé que la usaron un montón de jugadores y jugadoras importantes, pero no me agrando, trato de jugar tranquila.
Maricel Pereyra dice que la calma que maneja tiene que ver con su historia de vida. Con el origen humilde de su familia, con la vida de sus padres trabajadores. Cuenta que la austeridad y algunas carencias le enseñaron que hay que tratar de disfrutar de lo simple. Y lo lleva como manual de vida.
Resalta un hecho puntual de su infancia que la marcó: “Mi mamá y mi papá son de Misiones y se mudaron a Buenos Aires. Cuando éramos chicos vivíamos en una casa alquilada, y de un día para el otro nos sacaron de ahí. Quedamos en la calle. Nos fuimos a la casa de mi tía, que nos dio un techo, y de ahí nos mudamos al barrio Los Pinos, donde todavía vivo, ahora con mi hermano y mi pareja. Por eso creo que siempre tengo los pies sobre la tierra. Vengo desde abajo, las cosas las viví con ellos”, cuenta.
La mediocampista sabe que gracias al fútbol tiene una vida que sus padres no pudieron tener. “Por ejemplo, estuve en Japón con la selección. Y yo, si lo tengo que pagar, es un viaje que no podría hacer. Gracias a la selección conozco muchos países. Es loco. Para mi familia, eso no es normal. A veces les mando alguna foto de algún lugar y no lo pueden creer. Se ponen recontentos”.
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-¿Cómo viviste el hecho de quedarte afuera del Mundial?
-Me costó. Pero después tuve revancha en la Copa América. En la anterior, en 2022, era la más chiquita del plantel, ni hablaba, ni salía de la habitación. Me frustré bastante porque no sumaba minutos. Pero todo eso me enseñó a no bajar los brazos, a seguir.
-¿Cambiaste en algo?
-Y… Te hacés más grande y entendés más lo que pide Germán. Pidió que nos entrenemos en doble turno porque el fútbol no es lo mismo acá que lo internacional. Y lo vas viviendo.
-¿Notás muchas diferencias cuando juegan con potencias?
-Sí, en lo físico, en el ritmo de juego. Por ahí nosotras estamos un segundo tarde cuando jugamos con las potencias. Todavía se nota bastante. Germán nos aconseja que sigamos entrenando para poder complementar eso. Gimnasio, salir a correr, entrenar potencia, la técnica. Yo lo hago siempre que puedo.
-¿Y en Sudamérica como ves a Argentina?
-Creo que Colombia subió mucho. Brasil siempre fue top. Nos estamos acercando de a poquito.
-¿Se puede vivir del fútbol en Argentina?
-Si cada club hace un esfuerzo más, la futbolista va a poder vivir del fútbol. Sé que hay equipos que por ahí no pagan. Eso no está bueno, así una no se puede exigir al 100 por ciento. En San Lorenzo no tenemos compañeras que tengan otro trabajo, pero hay otros clubes que sí pasa. Y eso no está bueno.
-¿Proyectás irte a jugar al exterior?
-Me da un poco de miedo porque soy familiera, me cuesta despegarme, pero me gustaría salir a jugar afuera. Tuve alguna oferta, pero no me llegaron a convencer. Igualmente estoy abierta a eso y Germán alguna vez también me lo marcó. Como que sería un crecimiento para mí y mi juego. Veremos, hasta ahora siempre tomé en cuenta lo que me pide el entrenador.